Una de las opciones a la hora de alimentar a tu bebé tras su nacimiento y hasta que puede consumir otros alimentos es la lactancia artificial, que habitualmente se enfrenta a la lactancia materna, aunque, a mi entender no debería verse como un opuesto sino como dos opciones que se completan.
Lactancia artificial
Puesto que el bebé, tras nacer, sólo puede, por sus características físicas, alimentarse de leche, las opciones que tienes son darle de mamar de tus senos, que, si todo va bien, producirán leche, o, por unos u otros motivos, dar leche formulada en industria, lo que sería la lactancia artificial.
Por supuesto es una opción más que válida a no ser que se te recomiende lo contrario y, de hecho, puede venir muy bien en algunos casos.
- Sensibilidad en los pezones o las mamas.
- Producción insuficiente de leche materna.
- Reparo a amamantar en público.
- Problemas de agarre.
- Rechazo de la leche materna (muy extraño pero posible).
- Ante ciertos problemas de salud tanto de madre como de hijo (ictericia, diabetes…)…
- Si te estás medicando.
Todo esto se solventa si escoges dar a tu niño el biberón con leche en polvo.
Ojo porque lo he oído durante toda mi vida y no es cierto: no vas a ser peor madre por no dale el pecho a tu bebé. Eso sí, ahora descubrirás que la lactancia artificial tiene alguna carencia respecto a la natural que sí deberías valorar.
Leche de fórmula o, dicho correctamente, fórmulas adaptadas para bebé
En la actualidad estos preparados son casi idénticos en cuanto a propiedades a la leche materna, motivo por el cual casi en todos los casos no se desaconseja dar biberones de fórmula al peque.
La forma correcta de darla es en un biberón después de preparar la leche según dicte el fabricante. Esto generalmente es disolviendo la medida de leche en polvo en una cantidad de agua tibia.
Hay tres puntos muy importantes que son los que se deben tener en cuenta si decides optar por la lactancia artificial para tu bebé.
¿Qué fórmula utilizar?
No todas las leches en polvo son iguales. La leche materna cambia de acuerdo al crecimiento del niño y su capacidad (motilidad, capacidad de coordinación o limitaciones de los órganos) y, como ocurre con la talla del pañal, la fórmula también debe ser diferente según el momento de vida del pequeño. Existen:
- Fórmula de inicio o de tipo 1. Se utilizarán durante el período de succión, que no debe excederse de los 6 meses. Son más pobres en minerales y proteínas, que son los nutrientes más difíciles de trabajar por nuestro organismo.
- Fórmula de continuación o de tipo 2. Se utilizarían desde que el niño comienza a tomar alimentos en papilla y hasta los 12 o 15 meses. De este modo, la lactancia artificial actúa como complemento nutricional aportando una importante cantidad de hidratos de carbono (ojo con no añadir demasiados en su comida triturada).
- Fórmula de crecimiento o de tipo 3. De esta se puede prescindir si el niño ha comenzado a tomar leche de vaca. De no ser el caso, a partir de esos 12 a 15 meses y hasta que esto ocurra deberás alimentarle con esta fórmula de leche artificial.
Ausencia de células anticuerpos
La leche de fórmula no cuenta con anticuerpos (como sí lo hace la leche producida por los humanos). Esto significa que ese plus que mejora el sistema inmune de tu bebé cuando lo amamantas tú misma no lo va a tener si sólo le das leche artificial.
No es algo crucial pero se debe tener en cuenta, especialmente si el bebé nace bajo de defensas o con alguna enfermedad o patología relacionada.
Agua
Una diferencia de la lactancia artificial respecto a la lactancia materna es que, en este caso, el bebé sí debe beber algo de agua. La leche en polvo, aunque curiosamente se mezcla con agua, no forma un compuesto lo suficientemente hidratante para el pequeño.
Eso sí, las ingestas de agua deben ser muy pequeñas y entre tomas para no sobreestimular el estómago. Ni qué decir tiene que el agua debe ser embotellada y, de poder, previamente hervida, por si acaso.