👉 Fuente: The Guardian
El nuevo impuesto del 20 % aplicado a los colegios privados en Reino Unido provoca una fuga de estudiantes hacia centros internacionales en Europa. El fenómeno plantea un debate sobre equidad educativa y movilidad familiar.
Un nuevo mapa educativo europeo
La reciente decisión del gobierno británico de aplicar el IVA a las matrículas de colegios privados ha transformado el panorama de la educación independiente. En apenas unos meses, cientos de familias han comenzado a considerar opciones en el extranjero, especialmente en países como Alemania, Suiza y los Países Bajos, donde la oferta internacional combina enseñanza bilingüe, metodología activa y precios más competitivos.
Centros como la International School of Bremen o St. George’s International School (Suiza) informan de un incremento notable en solicitudes procedentes de Reino Unido. La medida fiscal busca financiar mejoras en la escuela pública británica, pero ha provocado una reacción en cadena que afecta al equilibrio del sistema educativo europeo.
Un fenómeno con lectura educativa
Este tipo de desplazamientos escolares evidencia las tensiones entre acceso, calidad y coste. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) advierte de que la desigualdad educativa tiende a ampliarse cuando las familias con más recursos pueden sortear las reformas nacionales optando por modelos alternativos.
En los colegios internacionales europeos, los programas se adaptan al International Baccalaureate o a sistemas híbridos que integran la competencia global y la educación intercultural, dos de las prioridades señaladas por la UNESCO para la educación del siglo XXI. El auge de esta movilidad revela una oportunidad: pensar la educación como un espacio sin fronteras, pero también un desafío ético sobre cómo garantizar la equidad de acceso a todos los estudiantes.
¿Qué impacto podría tener esta decisión en el desarrollo infantil?
Desde una perspectiva evolutiva, los cambios de contexto social y lingüístico pueden ser enriquecedores si se acompañan adecuadamente. Entre los 8 y 12 años, los niños consolidan su identidad cultural y necesitan entornos de pertenencia. Cambiar de país o de sistema educativo puede favorecer la adaptabilidad, la empatía y la resiliencia, pero también generar inseguridad emocional si no existe un acompañamiento afectivo sostenido.
Los expertos recomiendan introducir progresivamente el nuevo idioma y fomentar actividades cooperativas para evitar la sensación de desarraigo. La lectura compartida y el juego simbólico siguen siendo recursos eficaces para facilitar la integración cultural.