👉 Fuente: Ser Padres
¿Ayudar demasiado en los deberes de los hijos? Un poco de “acompañamiento” basta.
Las consecuencias de hacer los deberes de los hijos
Las psicopedagogas Paloma García Aranda y Nani Conde advierten que que los padres realicen o reescriban los deberes de sus hijos puede afectar seriamente su confianza, autonomía y aprendizaje.
Cuando un niño se encuentra con una tarea compleja, tiene la oportunidad de desarrollar habilidades de resolución de problemas, planificación, paciencia y tolerancia a la frustración. Si el adulto interviene demasiado, estas oportunidades se pierden.
Además, el hecho de que el trabajo esté demasiado perfecto desde el primer momento puede enviar al alumno el mensaje de que su esfuerzo no es suficiente o que su forma de hacer las cosas no es válida, lo cual puede desencadenar ansiedad o falta de motivación.
Acompañar sin sustituir: recomendaciones para madres y padres
Las expertas proponen un acompañamiento sensible, y no una sustitución activa del rol del niño. Algunas prácticas concretas:
- Evitar comparaciones con otros niños: cada uno tiene su ritmo y su forma de aprender.
- Dividir las tareas en intervalos más cortos, por ejemplo de 20 minutos, en lugar de sesiones largas con interrupciones.
- Usar temporizadores o relojes visuales para que el niño aprenda a gestionar su propio tiempo.
- Reforzar con frases positivas centradas en el esfuerzo (“Te has esforzado mucho hoy”, “Cada vez lo haces mejor”), en lugar de valorar únicamente el resultado.
- Crear rutinas y espacios tranquilos para estudiar, y dejar que el niño decida el orden de las tareas o el tiempo que dedica, fomentando así su sentido de responsabilidad.
¿Cuándo podría necesitar apoyo adicional?
Las expertas señalan que no todo rechazo a hacer deberes es igual: es importante detectar señales de alerta para intervenir a tiempo. Entre ellas: frustración constante, ansiedad ante la tarea, rechazo repetido o errores continuados en contenidos ya trabajados.
Introducir técnicas de regulación emocional, dividir tareas en pasos más pequeños, reforzar logros parciales y mantener una comunicación abierta sobre emociones y dificultades puede ser de gran ayuda.
Un enfoque educativo con perspectiva
Desde la teoría educativa sabemos que el error juega un papel clave en el aprendizaje: según la psicopedagogía del desarrollo, “equivocarse” permite al niño construir estrategias propias, afinar su metacognición y adquirir mayor control sobre su proceso de aprendizaje.
Si el adulto toma el control de los deberes, el niño pierde esa experiencia esencial de “yo puedo” y “yo lo hago”: se reduce su sentido de eficacia personal (auto-eficacia) y su capacidad de autorregulación. Esta dinámica puede acentuarse en contextos de competitividad escolar o presión familiar por los resultados. Por tanto, la labor de la familia y del centro educativo debería orientarse hacia la facilitación del proceso, no a la ejecución del mismo.
En síntesis
Ayudar está bien. Hacer por ellos, no. Los deberes pueden constituir una oportunidad clave de crecimiento: de autonomía, de gestión del tiempo, de afrontamiento del error y de refuerzo del vínculo responsable con el aprendizaje.
Las familias deben convertirse en guías, no en ejecutores. Si lo hacen así, los niños no solo hacen «los deberes», sino que también aprenden a aprender.
Recursos y estrategias complementarios
- Guía práctica para la colaboración familia-escuela, Ministerio de Educación y Formación Profesional.
- Informe “Aprender a aprender: competencias clave”, Comisión Europea.
- Marco de referencia de la competencia digital educativa (DigCompEdu), Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF)
