👉 Fuente: The Conversation
La generalización de herramientas de IA generativa está forzando a padres y profesores a redefinir el concepto de ‘deberes’, creando un dilema ético y práctico sobre cómo evaluar la autenticidad del trabajo infantil y el aprendizaje real.
Con la IA capaz de escribir ensayos, resolver problemas matemáticos y generar código, la tarea tradicional de «copiar y pegar» se ha vuelto obsoleta. La escuela se enfrenta a una crisis de evaluación: si la IA hace los deberes, ¿qué está aprendiendo realmente el niño?
El cambio de foco: del dato al pensamiento crítico
Esta disrupción está obligando a un cambio positivo en la metodología. Los expertos señalan que el objetivo del colegio ya no puede ser que el niño recuerde información, sino que sepa qué hacer con ella.
Las nuevas tareas y evaluaciones se están enfocando en:
- Preguntas abiertas y personalizadas. Tareas que requieren la opinión o la experiencia local del niño, que la IA no puede replicar.
- Evaluación oral y en clase. Se está volviendo al examen oral y a las presentaciones para confirmar que el conocimiento ha sido interiorizado.
- Usar la IA como herramienta. En lugar de prohibirla, se enseña a los alumnos a utilizarla como un asistente, evaluando la prompts que generan y la síntesis que hacen del resultado.
El estrés parental y la ética de la IA
Muchos padres, bajo presión, admiten que ayudan a sus hijos a formular las preguntas a la IA para obtener mejores resultados, o incluso revisan el ensayo final. Esto genera un nuevo tipo de estrés parental y una sombra ética sobre el rendimiento académico.
El debate se centra en enseñar la responsabilidad digital desde pequeños: entender que la IA es una herramienta y que plagiar a una máquina sigue siendo plagio. El papel de la familia es clave para fomentar la integridad académica.
