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👉 Fuente: Pediatrics / Hospital Infantil de Cincinnati
Estudios de neuroimagen confirman que la lectura compartida en preescolares no solo amplía el vocabulario, sino que fortalece físicamente la materia blanca del cerebro, clave para la integración sensorial y la gestión emocional.
A menudo pensamos en los cuentos antes de dormir como una rutina relajante, pero para el cerebro de un niño de 3 a 5 años, es un entrenamiento de alta intensidad.
Investigadores han utilizado resonancias magnéticas para observar qué ocurre dentro de la cabeza de los niños mientras escuchan historias, y los resultados diferencian claramente entre el audio (solo sonido), la animación (pantallas) y la lectura compartida.
El «Efecto Ricitos de Oro»
Los neurocientíficos describen el fenómeno como el «Efecto Ricitos de Oro»:
- Audio solo: El cerebro se esfuerza demasiado por imaginar, lo que puede ser abrumador.
- Pantallas: El cerebro trabaja poco, ya que las imágenes se le dan hechas.
- Lectura ilustrada: Es el punto «justo». El niño ve las imágenes pero debe integrar activamente la voz de sus padres con lo que ve.
Esta actividad fortalece el fascículo arqueado, una vía de materia blanca que conecta las áreas del cerebro encargadas de la percepción visual, el lenguaje y, crucialmente, la empatía.
Más allá de las palabras: el vínculo emocional
La lectura en voz alta actúa como un regulador del estrés. La cercanía física y el tono de voz de la figura de apego reducen los niveles de cortisol.
Los expertos recomiendan la lectura dialógica: no solo leer el texto, sino hacer preguntas al niño («¿Qué crees que hará el oso ahora?»), lo que impulsa el pensamiento crítico y la teoría de la mente (entender que otros tienen pensamientos distintos a los propios).
Recursos y metodologías complementarias
- Diferencias en la activación cerebral según el formato de la historia (Audio vs. Ilustrado vs. Animado), American Academy of Pediatrics.
