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👉 Fuente: El País
La presión para obtener imágenes íntimas entre menores crece en silencio y se consolida como un riesgo real para la salud mental, la seguridad y el bienestar digital en la infancia.
Un problema en aumento que afecta al bienestar infantil
El País ha revelado que el 9 % de los menores ha sufrido presiones para enviar fotos íntimas, un dato que confirma la preocupación creciente sobre la violencia digital que niños y adolescentes enfrentan en su vida cotidiana. Este tipo de coerción no siempre se percibe como violencia por parte de los propios menores, lo que dificulta pedir ayuda y agrava su impacto emocional.
Las familias y los profesionales educativos coinciden en que este fenómeno, a menudo invisible, puede generar ansiedad, miedo, vergüenza o aislamiento, especialmente cuando los menores no comprenden del todo el alcance y la persistencia de lo que comparten en línea.
La urgencia de abordar el entorno digital como salud pública
Expertos citados en la noticia señalan que el uso de internet por parte de menores requiere un enfoque de salud pública y cuidado infantil, equiparándolo a otros factores de protección esenciales. La exposición constante a redes sociales, la presión del grupo y la ausencia de herramientas regulatorias eficaces aumentan la vulnerabilidad de niños y adolescentes.
En educación y crianza, este enfoque implica no solo enseñar normas básicas de seguridad, sino también acompañar el desarrollo emocional para que puedan detectar situaciones de manipulación, chantaje o sextorsión. Un menor que sabe identificar una presión temprana tiene más probabilidades de pedir ayuda y menos de sufrir daño sostenido.
Qué pueden hacer las familias: claves para actuar
Aunque la responsabilidad principal recae en plataformas, instituciones y legisladores, las familias siguen siendo el primer factor de protección. Algunas recomendaciones útiles:
- Hablar del tema de forma abierta y sin dramatismos, para que el menor no sienta que será juzgado si pide ayuda.
- Explicar que ningún desconocido, amigo o pareja puede exigir fotos íntimas, y que la presión emocional también es violencia.
- Enseñar a bloquear, denunciar y tomar capturas de pantalla cuando sea seguro.
- Revisar juntos la configuración de privacidad, especialmente en redes donde publican contenido frecuente.
- Acordar normas de uso con sentido educativo, no punitivo: horarios, compañías y límites razonables.
La prevención llega mucho antes que el control. Y comienza con la confianza.
Por qué importa a escuelas y familias
El aumento de estas conductas tensiona la conciliación familiar y escolar: los centros educativos reciben cada vez más casos que afectan al clima del aula y al rendimiento académico. La presión digital no se queda en la pantalla; se traslada a la autoestima, a las relaciones sociales y al aprendizaje.
Para docentes, hablar de ciudadanía digital, consentimiento y autocuidado se ha convertido en parte imprescindible del trabajo con grupos preadolescentes y adolescentes. No se trata solo de seguridad digital, sino de educar en vínculos sanos.
Recursos complementarios
- «Un móvil es más que un móvil», AEPD.
- Guía para familias: Seguridad digital y prevención del sexting coercitivo, Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE).
- Menores y violencia sexual digital: recomendaciones para padres y educadores, Policía Nacional.
- Seguridad y Riesgos: Cyberbullying, grooming y Sexting, UOC.
