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👉 Fuente: La Vanguardia
Óscar González, maestro, asesor educativo y autor, advierte que métodos como gritar o castigar pueden deteriorar el vínculo emocional con los niños y propone enfoques más respetuosos y conscientes para educar en familia.
El reto de educar en tiempos complejos
La maternidad y la paternidad se cuentan entre los roles más desafiantes para las personas, en un contexto donde las demandas laborales, las presiones sociales y las necesidades afectivas de los hijos interactúan constantemente. Las familias se enfrentan a decisiones diarias sobre límites, normas y gestión emocional, intentando dotar a sus hijos de herramientas para desenvolverse en un mundo complejo.
La crianza positiva como enfoque educativo
La crianza positiva parte de la premisa de educar desde el respeto, la empatía y la coherencia, sin renunciar a los límites o a la responsabilidad adulta. González, defensor de este enfoque, subraya que no se trata de evitar normas, sino de cambiar la forma en que se aplican: con diálogo, atención y firmeza serena en lugar de reacciones impulsivas.
Gritar o recurrir al castigo puede quebrar el vínculo emocional entre padres e hijos y provocar resentimiento o rabia más que reflexión o aprendizaje, explica González. En muchos casos, el niño no internaliza la regla o el motivo del castigo, sino que se queda con el impacto emocional del enfado.
Consecuencias de un ambiente tenso
Cuando el grito se normaliza en el hogar, los niños pueden aprender a replicar esa forma de comunicación con sus iguales y con sus familiares. Esto puede dificultar su capacidad para regular emociones como el enfado o la frustración y limitar su desarrollo de estrategias de resolución pacífica de conflictos.
Reducir los “decibelios” y optar por una manera de educar más calmada permite que los niños aprendan a autorregularse, lo cual está estrechamente ligado a mejores competencias sociales y emocionales.
El foco en el adulto para generar cambios
González señala que los manuales tradicionales de crianza suelen centrarse en modificar la conducta del niño, pero el verdadero cambio comienza por cómo reacciona el adulto ante esa conducta. Reconocer los propios desencadenantes, trabajar la paciencia y activar herramientas internas de gestión emocional son pasos clave para transformar la forma de educar.
Esto implica un trabajo personal profundo, que no siempre resulta fácil, especialmente en una sociedad que prioriza soluciones rápidas. Según el experto, este enfoque no solo favorece la relación con los hijos, sino que también fortalece la salud emocional de toda la familia.
Cómo gestionar la culpa y reparar vínculos
Cuando se pierde la calma y se grita, González recomienda reparar esa interacción con sinceridad: acercarse al niño, expresar a su altura que se reconoce haber cometido un error y pedir disculpas. Esta actitud no solo ayuda a liberar la culpa del adulto, sino que también enseña a los hijos el valor de la responsabilidad y la empatía.
Recursos/estrategias/metodologías complementarios/as
- «Crianza positiva: Construye una relación fuerte con tus hijos», Óscar González.
- Hacia una crianza respetuosa, sensible y saludable de niñas y niños de 0 a 6 años, UNICEF Argentina.
- Raising an Emotionally Intelligent Child, The Gottman Institute.
- Positive Discipline: The Classic Guide to Helpful Parenting Tools, Positive Discipline Association.
