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👉 Fuente: Reuters
Un maestro jubilado recorre pueblos del sur de Italia con una biblioteca móvil instalada en un pequeño vehículo, acercando la lectura a niños que viven en zonas rurales sin acceso a bibliotecas ni librerías.
En muchas zonas rurales de Italia, especialmente en pequeños municipios alejados de los grandes núcleos urbanos, el acceso a la lectura infantil sigue siendo limitado. No hay bibliotecas cercanas, las librerías son inexistentes y las oportunidades culturales para la infancia dependen casi por completo del entorno familiar o escolar. Frente a esta realidad nació el Bibliomotocarro, una biblioteca móvil que lleva libros directamente hasta donde están los niños.
El proyecto es impulsado por Antonio La Cava, maestro jubilado, que transformó un pequeño vehículo de tres ruedas en una biblioteca ambulante cargada de cuentos, álbumes ilustrados y libros infantiles. Con él recorre pueblos y aldeas del sur del país, deteniéndose en plazas, calles y colegios para prestar libros gratuitamente a niñas y niños.
Cómo funciona una biblioteca que se mueve con los niños
El Bibliomotocarro funciona de manera sencilla pero eficaz. El vehículo, adaptado con estanterías y compartimentos, transporta cientos de libros infantiles cuidadosamente seleccionados. Antonio llega al pueblo, anuncia su presencia y los niños se acercan para elegir un libro que pueden llevarse a casa y devolver en la siguiente visita.
No hay carnés, cuotas ni trámites administrativos. El sistema se basa en la confianza, el vínculo y la regularidad de las visitas. En muchos casos, el Bibliomotocarro se convierte en el único contacto directo de los niños con libros fuera del entorno escolar.
La iniciativa no solo presta libros, sino que crea un ritual: la llegada del vehículo, la conversación sobre lecturas, la recomendación personalizada y la espera del próximo encuentro.
Mucho más que préstamo de libros
El impacto del proyecto va más allá de la lectura. En contextos donde la oferta cultural es escasa, la biblioteca móvil actúa como un espacio simbólico de encuentro y aprendizaje. Desde la pedagogía, este tipo de acciones refuerzan la motivación lectora porque asocian el libro a una experiencia positiva y cercana, no a una obligación académica.
Además, el proyecto pone en valor el papel del mediador adulto. Antonio no solo entrega libros, sino que conversa con los niños, les pregunta qué les gusta leer y adapta las recomendaciones a cada uno. Este acompañamiento es clave para el desarrollo del hábito lector, especialmente en la infancia.
Acceso a la lectura como derecho infantil
La iniciativa del Bibliomotocarro se apoya en una idea clara: el acceso a la cultura y a la lectura es un derecho, no un privilegio ligado al lugar donde se nace. En zonas rurales o despobladas, la desigualdad cultural puede comenzar muy temprano, condicionando el desarrollo lingüístico y educativo de los niños.
Proyectos como este actúan como medidas compensatorias, reduciendo brechas y ofreciendo oportunidades reales de aprendizaje. La lectura temprana está vinculada al desarrollo del lenguaje, la comprensión emocional y el rendimiento escolar, por lo que su ausencia tiene efectos a largo plazo.
Un modelo sencillo con gran impacto social
El Bibliomotocarro demuestra que no siempre son necesarios grandes presupuestos o infraestructuras complejas para generar impacto social. La clave está en la constancia, el conocimiento del territorio y el compromiso con la infancia.
Este tipo de bibliotecas móviles ya inspiran iniciativas similares en otros países, especialmente en zonas rurales, y refuerzan el valor de modelos educativos comunitarios, donde la lectura se integra en la vida cotidiana.
