De lo mucho que un niño aprende cuando es pequeño, el proceso de adquisición de hábitos es lo que la mayoría de padres agradecen haber conocido con anticipación al igual que aquello de lo que se arrepienten de no haber aplicado.
Y es que realmente la diferencia en comportamiento e incluso en la adquisición de otras habilidades y destrezas están relacionados. Además, aunque no quede del todo bien decirlo, da gusto dar con niños que han adquirido buenos y correctos hábitos.
Adquisición de hábitos dentro de un proceso de autonomía
Los hábitos se encuentran dentro de un proceso que consta de cuatro partes y que culmina con un niño autónomo, capaz.
Habilidad
Es la partícula esencial de toda adquisición de hábitos. Hablamos de capacidades o posibilidades a nivel físico, motriz y cognitivo para llevar a cabo cualquier conducta. Estas están venidas como producto de un proceso de crecimiento, maduración y desarrollo que no tiene pausa.
Existen habilidades:
- De ejecución. Se realizan acciones con más precisión y esfuerzo cada vez.
- Motricidad gruesa. Incluyen dominio y fuerza motriz, equilibrio y coordinación corporal.
- Motricidad fina. Incluirán dominio y fuerza motriz, coordinación óculo-manual, manejo de utensilios y habilidades específicas.

- De planificación. Son de entendimiento y reconocimiento de las acciones que forman parte del propio hábito que se trabaja.
- Son espaciales y temporales.
- Incluyen respuestas al por qué, cuándo y cómo.
- Implican secuencialidad, esto es, comprender las acciones y el orden para reproducir la tarea correctamente.
Existe un bucle a mencionar pues las habilidades permiten iniciar el aprendizaje de ciertos hábitos los cuales, a su vez, mejoran la ejecución y el perfeccionamiento de las habilidades y suponen una mayor calidad en la ejecución así como un mayor o menor tiempo dedicado a esta.
Dicho de otro modo, se trata de la destreza en la ejecución de dicha capacidad para practicar correctamente una conducta.
Hábito
Es la correcta selección y aplicación de las habilidades que el niño ha aprendido.
Se produce con una conducta aprendida previamente sin necesidad de control. Mientras se dé este no hablamos de hábito sino de actividad dirigida, ya sea por el propio niño (reproducción mental de la secuencia de acciones) como por el adulto (refuerzos y/o castigos) o ambos.
Así, el hábito está adquirido cuando la conducta aprendida se da en el momento oportuno, según unos criterios de ejecución marcados y de forma cotidiana. Además, son constantes y flexibles, capaces de aplicarse en diferentes situaciones.
Como adulto, es necesario que establezcas claramente y de manera reiterada el momento y el lugar de la acción y los recursos necesarios.
Rutina: después de la adquisición de hábitos
La rutina supone la automatización de los hábitos. Estos se realizan siempre de una misma manera en una situación similar, consiguiendo con ello que se terminen automatizando a base de repetición y relación. Con ello, la conducta se realiza sin necesitar atención ni esfuerzo, pudiendo hacer otras cosas al mismo tiempo.

Autonomía
Se trata del objetivo final que se pretende con el proceso de adquisición de hábitos. Implica que el niño prescinda de la ayuda de los demás a la hora de tomar decisiones y solucionar las situaciones cotidianas que se le presentan (que no las excepcionales). Con ello, entre otras cosas, se favorece la madurez personal.
Además, la autonomía posibilita que el pequeño sea capaz ejercitar nuevas habilidades de manera más capaz, volviendo a comenzar el ciclo de habilidad>hábito>rutina>conducta aprendida>autonomía.
Es importante y no quiero finalizar sin decirlo, aunque parezca obvio, que los tiempos para cada niño son diferentes.
El proceso de adquisición de hábitos requiere de una secuenciación de acciones que son inintercambiables. Sin embargo, estas no se van a dar en el mismo momento (edad) para cada peque, y tiene sentido, pues cada evolución es única. El nivel madurativo de cada cual difiere, y es este y no otra cosa el que permitirá avanzar con determinadas destrezas. Lo importante es respetar estos momentos evolutivos, reduciendo las exigencias y aumentando los ánimos.
Habiendo podido estar en clases de educación infantil es algo que he podido ver a la perfección y no supone que un niño sea mejor o peor, ni mucho menos. De hecho, la horquilla es bastante amplia hasta que se puede considerar que un niño está teniendo algún retraso al respecto. Además, esto suele venir dado por un mal aprendizaje, algo que se puede corregir perfectamente en casa, por lo que no supone un problema.