¿Qué debemos saber(y hacer) como padres a la hora de mandar a nuestro hijo a dormir? ¿Cuál es la función del adulto en el sueño infantil? Te pongo un poco en contexto y, al final, te doy tips más específicos.
Función del adulto en el sueño infantil: principal
Bueno, la función del adulto en el sueño infantil es doble.
Por un lado hace de maestro en tanto que enseña al pequeño a adquirir un hábito correcto y, por otro, lo acompaña hasta que sea necesario.
Por otro lado, hay que considerar que, aunque queramos que sean autónomos, la hora de dormir es un momento complejo en cuanto a afectividad, donde se deben intercambiar actos de ternura. Esto puede resultar muy interesante en los casos en los que irse a dormir supone tensión para el niño.
Segundo plano
Indiscutiblemente, también tenemos que hacer de evaluadores para ver si el niño está durmiendo bien, pero es que evaluadores tenemos que ser siempre con todo lo que hagamos. Y, cuando son muy pequeños, lo que hacemos, claramente, es satisfacer por ellos esa necesidad tan importante, pues aún no cuentan con los medios para hacerlo ellos mismos. Aunque yo voy a enfocar este texto en los párrafos anteriores.
¿Cómo actuar? General
Nuestro objetivo, una vez que nuestro hijo empieza a ser independiente y a tener capacidades de retención, autonomía, etc., será enseñarle a conciliar el sueño por sí mismo.
Ni qué decir tiene que debemos ser flexibles siempre dentro de los parámetros que se consideren seguros y saludables para tu hijo, pues cada niño es diferente. Debemos probar hasta dar con el punto de qué cosas son relajantes, cuáles ponen más cariñoso a nuestro, hijo, qué lo estimula demasiado antes del sueño (para evitarlo, etc).
Sabido esto, toca comenzar a crear el hábito. ¿Cómo? Se deben ofrecer unas rutinas (conductas repetitivas), que serán las que le den seguridad y a su vez nos servirán a nosotros como modo de control para que el niño sepa que ha llegado la hora de acostarse.
Como decimos, estas rutinas tienen que ser muy parecidas cada día pero, claro, también tenemos que ir probando para saber qué le viene mejor al pequeño. Además, una vez sepamos lo que funciona, no tenemos por qué hacer siempre exactamente lo mismo; dentro de la rutina habrá variaciones cada día si el niño lo permite.

Indispensable, antes de acabar, recordar que, como debería ocurrir en cualquier aspecto de la educación del pequeño, las decisiones que toméis como padres deben cumplirse cuando el niño duerma con otros adultos, por ejemplo, con los abuelos o en el cole.
Ídem en el caso de los períodos vacacionales o incluso los fines de semana. Si el niño es capaz de tolerar cambios, haremos algunas variaciones, claro. Estas serán más agradables tanto para él como para quienes lo duermen, por lo que lo ideal es crearle un hábito de sueño perfecto que sea agradable y adaptable para que todos salgamos ganado.
Tips para introducir como adulto en el sueño infantil
En cuanto a consejos particulares, que seguramente sea lo que más andas buscando y/o necesitando, te puedo decir que la función del adulto en el sueño infantil incluye:
- Una buena rutina requiere de horarios y acciones que se cumplen con rigor. Con un entorno predecible el niño se siente más seguro y poco a poco casi automatiza que hay que ir a dormir, pues ya lo ha asociado con el sueño y el descanso.
- Debemos enseñarle a diferenciar el día de la noche. Con ello se pretende que, poco a poco, el niño comience a dormir más en horario nocturno y menos en diurno (cuando le vaya tocando, claro, pues según la edad duermen más o menos horas).
- Día. En las horas de día, cuando el niño despierte, y siempre que no esté llorando (para que no asocie que al llorar le haces caso), al despertarse cógelo en brazos un buen rato, cámbialo al moisés o dale un pequeño paseo por la casa antes de volver a dejarlo dormir. Básicamente, evitaremos que pase tantísimas horas en la cuna, sólo las necesarias para dormir.
- Noche. Cuando despierte, se le da la toma y automáticamente se le vuelve a dejar en la cuna. De hecho, si le das el pecho en la cama y lo deslizas a la de colecho será aún mejor, pues ni notará el despertar como haberse levantado. Conforme crezca desligará sueño de alimentación e irá durmiendo más horas seguidas en la noche y menos durante el día.
- Reconocer las señales de sueño. Aunque es cierto que hay que mantener el hábito y marcar una hora para dormir, especialmente de más mayorcitos, también hay que ser flexibles y, por supuesto, no podemos obligar al niño a estar despierto si su cuerpo no es capaz. Así, aunque la hora de irse a dormir sean las 21.00 horas, podemos establecer una horquilla de, por ejemplo, 20.15 a 21.30 horas.

Dentro de esta, cuando descubramos que el niño tenga sueño, no forzaremos. ¿Qué nos indica que el niño quiere irse a dormir? Empezará a bostezar y a parpadear más, obvio. Pero, más allá de eso, también puede presentar irritabilidad, se tocará las orejas, insistir en usar el chupete o biberón o mostrarse desinteresado en lo que se esté haciendo. Si ves algo de esto, es momento de llevarlo a la cama.
- Evita los juegos con movimientos antes de ir a la cama. Esto los estimulará y será más difícil que se calmen. Puede que incluso quieran continuar la actividad y empiecen a rechazar el sueño.
- De la mano, trata de hacer que las últimas actividades del día sean relajantes. Hay niños que con el baño tienen una sensación de somnolencia mientras para otros es un suplicio (también habría que trabajar esto si fuese el caso). Para otros podemos optar por juegos de palmas, ejercicios de respiración, hablar en familia, colorear o sacar algún juego de alfombra…
- Elige una actividad relajante para el momento de acostarse, ya en cama. Lo más común es un cuento, pero puedes probar con canciones, con un masaje o con una pequeña charla (ojo con esto último porque los niños tienden a ser muy expresivos y puede resultar contraproducente).

- Postura. Los recién nacidos deben dormir boca arriba con una leve giro del cuerpo hacia un lado (lo que se conoce como decúbito dorsal). Con ello se consigue que el bebé tenga libertad de movimiento al tiempo que las vías respiratorias trabajan perfectamente.
Es importante señalar y que tengas en cuenta que hay circunstancias en que esto no será recomendable. Por ejemplo, en el caso de los bebés prematuros o aquellos que sufren de reflujo gastroesofágico. Lo ideal es que, salvo que tu peque no sufra o haya sufrido de nada, preguntes al pediatra.
Así mismo, si el ratito previo al sueño se alarga debemos hacer un cambio postural. Por supuesto, en el caso de los recién nacidos, que pasan todo el día tumbados, esto será esencial hacerlo en cuanto estén espabilados y hasta el último momento antes de dormirse.
- Día-noche. Desde las pocas semanas de vida un bebé ya empieza a diferenciar vigilia de sueño y, por ello, hay que adecuar los momentos.
- Noche. Es necesario que, durante la noche, el niño entienda que se encuentra precisamente en ese momento. Para ello mantendremos al máximo la oscuridad y el nivel de ruido descenderá al mínimo (nulo en su habitación). Es comprensible que la oscuridad y el estar solos produzca ansiedad; podemos dejar una pequeñísima luz o una rajita de la puerta abierta (si no hay ruido), pero esto hay que ir trabajándolo para eliminarlo.
- Día. De día pondremos la habitación en penumbra, pero no oscura al cien por cien. El niño debe comprender que va a hacer una siesta, un sueñecito corto, al tiempo que debe lidiar con el ritmo normal de una casa. En cuanto al ruido, cerraremos su habitación para aislarlo un poco, pero no dejaremos de actuar con normalidad en el hogar. Obviamente, no nos vamos a poner a hacer zumba ni a aspirar su alfombra en ese momento, pero se seguirán lavando platos, viendo la tele, etc.

- Si no lo has hecho desde el principio, a los cuatro meses como máximo convendría que el niño cambiase a su propia habitación, donde duerma solo. Es necesario para que se enfrente a miedos y los pierda, para que sea autónomo, para que vosotros tengáis intimidad y mucho más.
- El niño no debe dormirse en brazos. Cuando despiertan, los nenes tienden a buscar la misma situación en la que se encontraban y, ciertamente, esto frena su individualidad y los hace inseguros.
Lo ideal es, una vez hagamos nuestra rutina de sueño, irnos sin hacer ruido. Pero si el niño en un principio lo necesita, nos quedaremos acompañando, y sólo acompañando. En esta situación, debemos quedarnos fuera de la cama, sentados. Podemos hacerle algunas caricias o posarle la mano encima, pero no nos meteremos en la cama, lo cogeremos en brazos ni mucho menos empezaremos a hacer lo que el niño pida para dormirse.
- Asegúrate de que el niño lleva ropa de dormir adecuada. De bien pequeños se suele recurrir al saco, que mantiene la temperatura y evita que el niño se pueda tapar el rostro por accidente.
También considera la cantidad de capas (ropa y ropa de cama). Aunque más cobertura da somnolencia e incluso placer, la temperatura se va conteniendo conforme pasan las horas y el niño se despertará sudando e incluso con dificultad para respirar.
En cuanto al frío, lo mismo; no podemos dejarlo destapado por miedo a que se ahogue con las mantas, pero sí nos aseguraremos de que estas están bien remetidas para que no lleguen a su rostro. Y en los meses de verano, un saco o un arrullo pueden ser suficiente.
- El espacio colindante a la cuna o cama no deberá ser demasiado estimulante. Obvio que tendrá sus juguetes en la habitación, pero tendremos que intentar que ni al alcance ni a la vista haya nada demasiado estimulante. También evitaremos una decoración excesiva o colores muy vibrantes.

- Asegúrate de no usar la cuna para nada más que para dormir. Nada de aprovecharla como «parque» para juegos o como método de castigo. El niño debe relacionarla con el sueño y, sobre todo, tener una impresión correcta de ella.
- Gasta en una cuna con acabados de calidad y seguros, sin cierres tipo pestillo o similar, pues pueden hacer mucho daño. Esta debe tener rejas o malla para que corra el aire y se pueda ver desde fuera al tiempo que permitimos que el niño vea lo que hay a su alrededor.
- El niño, cuando sea un poquito mayor, puede dormir con un peluche (de peque hay que retirarlos porque puede ahogarse con él). Sin embargo, si descubres que se despierta y se pone a jugar, hay que explicarle la situación y quitarle los muñecos. Trabaja mucho sobre ello para no tener que llegar a este punto, pues tampoco es agradable. La cama y, sobre todo, la noche, son para dormir.
- No le pongas almohada de recién nacido en la cuna. Si el colchón es firme y de calidad, no la necesita. Déjala para el día, en el moisés o mantita de juegos o incluso en el carrito.
- Debes ventilar cada día la habitación de tu hijo, preferiblemente antes de ir a dormir. Pero como hay meses de frío, es comprensible que no se haga a esta hora tan cercana. Porque, respecto a la temperatura, hay que mantener los 17-20ºC.
Por último, te invito a que leas otro post sobre la importancia del sueño infantil. Que irse a dormir sea un buen momento no sólo sirve para que la relación familiar sea mejor sino que hay mucho más detrás.