Las alteraciones de higiene infantil son bastante habituales, mucho más de lo que creemos. Y es que los niños, en cuanto empiezan a formar parte un pelín más activa del entorno, se ensucian más, mucho más de lo que los papis estamos acostumbrados durante los primeros meses.
Alteraciones de higiene infantil más comunes
Estas alteraciones de higiene infantil vienen dadas tanto por la higiene personal como por la del medio y la relación que tenemos con este.
Dermatitis del pañal o eritema
Es la inflamación que se da en la zona del pañal y que presenta lesiones visibles en la piel (desde coloración roja con mayor o menor inflamación a ulceraciones), donde la humedad es casi permanente.
Como causa principal tenemos la irritación del propio pañal. Esta puede venir dada por llevar demasiado tiempo el mismo, bien por no dejar tiempo de descanso (es bueno airear un poquito al bebé para que no siempre tenga la zona cerrada) así como por tenerlos demasiado mojados o porque sean de un plástico que impide totalmente la transpiración.
Tanto la solución como la prevención pasan por:
- Lavar el área con jabón neutro y agua. No uses toallitas.
- Mantener la zona seca tanto y tan pronto como sea posible (por ejemplo, tras el cambio de pañal o al salir del baño).
- Dejar al niño sin pañal dándole el solecito siempre que puedas.
- Aumentar la frecuencia de cambios.
- Elegir pañales desechables.
- Usar pañales transpirables.
- Proteger con cremas muy untuosas. Para ello consulta primero con el pediatra, pues puede que sea mejor no hacerlo, ello dependerá de la gravedad del eritema.
Muguet, de las alteraciones de higiene infantil menos conocidas
Es una infección causada por un hongo, la candida albicans, que aparece generalmente en la boca pero que también puede darse en los genitales.

Se presenta como lesiones tirando a blanquecinas que hacen que la piel luzca más débil y, a menudo, con un tenue brillo (como si te hubiese picado una medusa). Estas placas tienen una base roja. Por el dolor, será evidente que el niño rechaza el contacto, ya sea con el alimento, al biberón, chupete, etc.
En la zona genital, la piel se vuelve de un rojo brillante, parecido a cuando nos quemamos al sol y está a punto de salir una ampolla.
El tratamiento ha de ser farmacológico (no se cura con cremas protectoras o similares, pues debemos hacer desaparecer el hongo. Sin embargo, este es muy sencillo. Se toma un fármaco por vía oral o se aplica tópicamente en el área genital.
Además, en el caso del muguet del pañal, especialmente si lo está sufriendo o le ocurre a menudo, debes tener siempre presente:
- Pasarte a los pañales desechables.
- Hacer los cambios con mucha frecuencia, especialmente si el niño ha hecho caca.
- Lava la zona con agua y jabón neutro. Reserva las toallitas para cuando sea absolutamente necesario.
- Seca muy bien la zona y evita aplicar polvos o cremas (salvo prescripción).
- Expón el máximo tiempo posible al aire.
En caso de lactancia natural, es muy importante que compruebes que no te has infestado tú (revisa tu pecho).
Onicofagia
Esta patología la padecemos un número importantísimo de personas a lo largo de nuestra vida. No es ni más ni menos que el mordisqueo de las uñas.
Además de ser poco estético tanto al ver las propias manos (o pies) como a la persona en acción, puede derivar en heridas, infecciones y pequeñas costras. Esto no se da sólo alrededor de la uña sino que podemos dañarnos labios y encías, multiplicándose la probabilidad y tipo de infección. Además, muchas veces los niño se tragan la uña, con gérmenes incluidos, algo nada recomendable, por supuesto.
Pero no sólo sufrimos este daño. Es muy importante señalar que con dicha práctica sometemos a los incisivos centrales superiores a un desgaste prematuro, algo irreparable.
Habitualmente este problema requiere de tratamiento psicológico puesto que los productos de sabor desagradable no están recomendados. Eso sí, hemos de decir que han mejorado mucho respecto a, por ejemplo, cuando yo era bebé. Por supuesto, habrá que inculcar un hábito de higiene con el que las uñas se mantengan cortas, limpias y limadas siempre.
Caries

Se trata de un proceso patológico localizado iniciado forzosamente tras la erupción dentaria, pues se forma en los dientes. Lo que ocurre es que se da un reblandecimiento del tejido duro de las piezas hasta formarse una cavidad, destruyéndose la estructura del diente.
Vemos un ennegrecimiento del diente y se produce un dolor que va en aumento conforme pasa el tiempo. Si no se pone remedio pueden aparecer flemones con supuración y llegar a perder la pieza completa, pues la caries no detiene su avance.
En el caso de los más peques podemos darnos con la caries del biberón. Se da en casos en los que impregnamos el chupete con miel, azúcar u otros o bien cuando damos líquidos azucarados en el biberón durante demasiado tiempo, como ocurre a menudo con el zumo.
Es importante que no pequemos creyendo que como los dientes de leche se perderán no se deben cuidar (de hecho, debemos lavar la boca desde el nacimiento como parte de la higiene específica). Al hacerlo favorecemos que los dientes definitivos sean más fuertes y salgan mejor colocados.
Por muy pequeño que sea un niño, debemos tratar su caries, de manera que cuanto antes acudamos a consulta mejor. Así, podremos evitar la oclusión realizando sólo un empaste.
Como siempre, lo mejor será prevenir pues, aunque no sean procedimientos complejos, son desagradables e innecesarios.
Evitar el consumos excesivo de azúcares y la limpieza cotidiana son suficientes.
Aftas
Son úlceras bucales fruto de una infección. Esta, a su vez, puede venir dada por causas varias como fatiga, heridas en la boca, enfermedades febriles, falta de higiene, deficiente nutricional, tensión…
Producen enrojecimiento y mucho escozor. No son contagiosas pero si no se tratan pueden ser dolorosísimas.
Ojo porque no debemos confundirlas con la candidiasis bucal. Esta sí es contagiosa, venida por una infestación de hongos.
Pediculosis, de las alteraciones de higiene infantil que nos vienen de la calle

Es la infestación por piojos del tipo Pediculus humanus capitis (piojos de la cabeza).
Estos animales se alimentan de sangre humana y para conseguirla se afincan en nuestro cuero cabelludo, agarrándose a las raíces del cabello.
Puedes llegar a notarlos andar y al morderte notas picor. De manera secundaria y a raíz de esto el niño puede presentar heridas al rascarse, hinchazón, enrojecimiento y dificultad para concentrarse o para dormir.
Lo mejor es que eches un vistazo a nuestra entrada específica sobre los piojos. Aquí te cuento todo al detalle, incluido, por supuesto, el tratamiento para este desagradable y recurrente problemilla.
Helmintiasis
Es el conjunto de enfermedades que se dan por la parasitación de helmintos (un tipo de lombrices intestinales).
Los helmintos ponen sus huevos en la zona del ano, lugar donde se da una enorme picazón. Sin embargo viven más arriba, en los intestinos. Sea como sea, el picor puede llevar al peque a que este esté más irritable, pierda la atención, sufra insomnio, bruxismo o se rasque, produciéndose heridas y pudiendo, de hecho, recontagiarse con la mano contaminada.
Además, el problema se hace evidente porque el niño defeca las lombrices, las cuales podemos ver en las heces y/o el pañal.
El contagio se produce por ingestión, al poner en nuestra boca una sustancia contaminada, la cual, a su vez, tiene procedencia fecal. Generalmente esto ocurre porque tocamos cosas sucias y no nos lavamos las manos con la frecuencia suficiente. Así, nos las llevamos a la boca e ingerimos las larvas. La onicofagia agrava mucho este problema.
Generalmente un medicamento oral con dosis de refuerzo es suficiente para acabar con los parásitos, que mueren y salen con las heces. De nuevo, mantener las uñas cortas y limpias será indispensable.