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👉 Fuente: The Week
Por primera vez en lo que va de siglo, el número de muertes infantiles en menores de cinco años ha vuelto a aumentar a nivel mundial, una tendencia que expertos vinculan a recortes en financiación sanitaria, interrupciones en la atención primaria y retrocesos en programas de vacunación y nutrición.
Un giro preocupante en la salud infantil global
Durante más de veinte años, la mortalidad infantil había descendido de forma sostenida gracias a mejoras en vacunación, acceso a agua potable, atención prenatal y control de enfermedades prevenibles. Sin embargo, los últimos datos internacionales muestran un cambio de tendencia: en 2025 se registraron alrededor de 4,8 millones de muertes de menores de cinco años, una cifra superior a la de años anteriores.
Este aumento no responde a un único factor, sino a una combinación de crisis sanitarias, económicas y políticas que han debilitado los sistemas de protección de la infancia, especialmente en los países con menos recursos.
Recortes y retrocesos tras la pandemia
Los analistas señalan que, tras la pandemia de COVID-19, muchos países y organismos internacionales redujeron inversiones en salud materno-infantil, priorizando otras urgencias económicas o geopolíticas. Esto ha tenido efectos directos en servicios esenciales:
- Disminución De campañas de vacunación sistemática.
- Menor Acceso a atención primaria y seguimiento pediátrico.
- Interrupciones En programas de nutrición infantil y apoyo a la lactancia.
- Falta De personal sanitario en zonas vulnerables.
Desde una perspectiva de salud pública, estos retrocesos afectan especialmente a los primeros años de vida, una etapa crítica para la supervivencia y el desarrollo físico y cognitivo.
Impacto directo en desarrollo y educación
La mortalidad infantil no puede entenderse solo como un indicador sanitario. Está estrechamente ligada a la educación, la pobreza y la igualdad de oportunidades. Cuando los sistemas de salud fallan, aumentan también:
- El riesgo De retrasos en el desarrollo infantil.
- La prevalencia De enfermedades crónicas no tratadas.
- Las desigualdades educativas desde la primera infancia.
Además, los niños que sobreviven a contextos de atención sanitaria deficiente suelen llegar a la escuela con mayores dificultades de aprendizaje, salud y bienestar emocional, lo que perpetúa ciclos de desigualdad.
La primera infancia, una etapa decisiva
La evidencia científica es clara: invertir en los primeros cinco años de vida es una de las estrategias más eficaces para mejorar la salud, el aprendizaje y la cohesión social a largo plazo. Nutrición adecuada, vacunación completa, seguimiento médico y apoyo a las familias no solo salvan vidas, sino que sientan las bases del desarrollo integral.
Expertos en infancia advierten que cada retroceso en esta etapa tiene consecuencias que se arrastran durante décadas, tanto para las personas como para las sociedades.
¿Qué se puede hacer desde políticas y comunidad?
Aunque las decisiones estructurales dependen de gobiernos y organismos internacionales, los especialistas coinciden en varias líneas de acción prioritarias:
- Recuperar La financiación estable para salud materno-infantil.
- Reforzar La atención primaria y comunitaria.
- Proteger Los programas de vacunación incluso en contextos de crisis.
- Integrar Salud, educación y protección social como políticas inseparables.
Para familias y educadores, esta información refuerza la importancia de defender sistemas públicos sólidos y de comprender que la salud infantil es un pilar imprescindible para cualquier proyecto educativo.
Una señal de alarma global
El aumento de la mortalidad infantil no es solo una estadística: es una señal de alerta sobre la fragilidad de los avances logrados. Los expertos subrayan que revertir esta tendencia es posible, pero requiere voluntad política, inversión sostenida y una mirada centrada en la infancia como prioridad social.
