Va a acabar el curso y con ello empiezan las conversaciones en los grupos de madres y padres: ¿habéis pensado en los campamentos de verano en Infantil?¿Vais a probar?¿La profe de los niños os ha recomendado un campus para que vayan los compañeritos de clase? Y tú, que nunca te has separado de tu peque más de 4 o 5 horas, sientes una mezcla de dudas, presión y ansiedad.
Hoy quiero detenerme un momento y reflexionar contigo al respecto. Porque no todo lo que está de moda o se hace es necesariamente lo mejor para nuestros hijos. Y porque, aunque los campamentos de verano para preescolares pueden tener algunos beneficios, también hay muchas razones por las que, para mí, no sean la mejor opción para niños pequeños.
¿Qué opino sobre los campamentos de verano en infantil?
La verdad es que, aunque lo defino como opinión personal, lo cierto es que conforme te vaya contando vas a ver que no estoy diciendo ninguna mentira ni nada ambiguo. Todo lo contrario: sólo cosas que aprendí en mi formación y la experiencia que he podido recopilar de todos los padres a los que he ido preguntando.
A esa edad, todavía nos necesitan… mucho
Los niños y niñas en edad infantil (hasta casi los 6 años) están todavía en pleno desarrollo emocional y afectivo. Su figura de apego -normalmente mamá, papá o ambas- sigue siendo su base segura, su referente, su refugio. Separarse durante varias horas, varios días seguidos, en un entorno nuevo, con adultos y niños desconocidos, puede ser para muchos una experiencia más estresante que enriquecedora.

Y no, no es que “les venga bien acostumbrarse”. En estas edades no necesitan independencia forzada. Lo que más necesitan es vínculo, rutina, seguridad emocional. Si eso lo tienen fuera de casa, perfecto, pero si no, debemos adaptarnos al momento evolutivo de nuestro peque y ofrecerle opciones en las que esos aspectos se mantienen.
Conforme se acercan a la Primaria seguramente sí te lleguen a decir que quieren irse de campamentos siendo pequeñitos. Ya tienen algunos amiguitos y la propuesta sería algo así como estar en el parque todo el día, ¿quién diría que no? El problema es que, ni es eso, ni un niño de menos de 6 años quiere estar días y días sin ti.
¿De verdad disfrutan?
A veces se da por hecho que todos los niños disfrutan jugando con otros niños. Pero la realidad es que muchos pequeños aún no han desarrollado un interés genuino por el juego en grupo. Prefieren jugar a lo suyo, con sus juguetes, cerca de las personas en quienes confían, o no, pero no compartiendo constantemente todo el tiempo de oci0o.
En los campamentos para niños pequeños se intenta promover una socialización que aún no es natural para ellos. También se integran muchas actividades grupales e incluso cooperativas, lo cual no tiene mucho sentido. Eso puede generar frustración, ansiedad o simplemente aburrimiento. ¿Por qué forzarlo? Y, lo peor, forzarlo constantemente, varias veces al día.
¿Qué pasa con el descanso?
El verano debería ser un momento para bajar el ritmo, no para seguir llenando sus horarios como si fuera septiembre. La mayoría de campamentos funcionan con jornadas muy largas, desde por la mañana hasta bien entrada la tarde e incluso después de la cena en ocasiones. ¿Y la siesta? ¿Y el juego libre? ¿Y el tiempo con mamá y papá, sin prisas, sin hacer nada o haciendo, sí, pero lo que ellos quieren?
El argumento de la conciliación… y sus matices
Sí, lo sé. Hay familias que no tienen otra opción. Y está bien. Si necesitas un recurso de conciliación, no estás haciendo nada mal. Pero conviene recordar que un campamento infantil no es necesariamente la solución ideal para los peques, sino más bien una alternativa que cubre una necesidad adulta.
Entender esto cambia mucho el enfoque: no se trata de que «les viene genial» ni de que «cuanto antes, mejor». Se trata de encontrar el equilibrio entre lo que necesita la familia y lo que realmente necesita el niño.
¿Lo vas a llegar? Hazlo. Pero porque lo necesitas tú, tu pareja o los abuelos (que quieren descansar después de todo el curso cuidándolos), no porque pienses que es un buen recurso para el peque.
No todo lo positivo es lo más adecuado en cada etapa
No es que los campamentos estén mal. Ni mucho menos. Es que hay una diferencia entre algo que puede ser bueno y algo que sea necesario o recomendable.
Un niño de 3, 4 o 5 años puede pasárselo bien en un campamento… claro. Igual que se lo puede pasar bien en el parque, en casa de los abuelos o jugando contigo a construir una ciudad de cojines. Pero que algo les guste o les divierta no significa automáticamente que les beneficie a nivel emocional, o que sea lo mejor para ellos justo ahora.
Muchas veces estos beneficios que se señalan son más adecuados para otras etapas del desarrollo. A partir de los 6 o 7 años, por ejemplo, el deseo de estar con sus iguales es más fuerte, su tolerancia a la frustración mejora, la capacidad de verbalizar lo que sienten también. Ya no son tan “bebés”. Pero en Infantil, incluso con 5 años, siguen necesitando mucho a su figura de apego, su rutina, su descanso, su tiempo sin reloj.
Beneficios de los campamentos de verano en Infantil
Sí, los tienen. Y no sería justo no reconocerlo. De hecho, muchas familias hablan maravillas de estas experiencias. Algunas incluso se sorprenden al ver que sus hijos se adaptan bien, que vuelven contentos, que aprenden canciones nuevas, que hacen manualidades, que han probado comidas distintas o se han manchado de barro en una gincana de lo más divertida. Todo eso también es cierto.
Los beneficios más habituales que se suelen destacar son:
- Estimulación social y nuevas relaciones: Para algunos niños, estar en contacto con otros compañeros en un entorno diferente al colegio les puede ayudar a ampliar su círculo social, desarrollar habilidades de comunicación o, al menos, observar nuevas dinámicas de grupo.
- Desarrollo de cierta autonomía: Al tener que adaptarse a nuevas rutinas, pedir ayuda a otros adultos o responsabilizarse de su mochila, algunos pequeños ganan en pequeñas parcelas de autonomía que pueden resultar positivas a medio plazo.
- Diversión y experiencias nuevas: Excursiones, juegos con agua, manualidades, gymkanas, teatros… En muchos campamentos se lo pasan en grande (o eso parece), y claro que puede ser una fuente de disfrute.
- Contacto con la naturaleza o con nuevos entornos: Algunos campus se desarrollan al aire libre, en huertos, granjas, entornos naturales… y eso es maravilloso. Los niños necesitan tierra, sol, aire libre, bichitos, piedras… y no siempre lo tienen tan fácil.
Pero aunque estos beneficios existen, y son reales para algunos niños, en mi opinión no compensan los riesgos o el malestar emocional que pueden generar en edades tan tempranas.
Y si los campamentos de verano en infantil no resultan tan adecuados, ¿qué hacemos en verano?
Quizás la mejor respuesta sea: nada extraordinario. Un verano tranquilo, con juegos en casa, parques, agua, cuentos, mucha presencia y poca prisa. Tal vez compartir unas horas con primos o con otros niños en ratitos puntuales. O actividades en familia que no impliquen separaciones largas.
No hace falta convertir el verano en una agenda llena de talleres, campus y actividades. Porque a veces, lo que más necesitan nuestros hijos… es simplemente nuestra compañía.

Diseña un calendario que incluya actividades parecidas a las que podría hacer en el campamento naturaleza manualidades, contar historias, juego con amigos en el parque o invitarlos a casa y distribuyelas. dile que es lo que se hace alli (si tiene edad de entender)
En resumen: cada cosa, a su momento
No quiero demonizar los el disfrute de los campamentos de verano en Infantil. Hay algunas propuestas cuidadas, con profesionales implicados y enfoques respetuosos. Pero cuando hablamos de la etapa preescolar, creo que es importante poner por delante sus verdaderas necesidades; todo les influye, todo les afecta, todo les educa.
Espera un poco más, confía en los tiempos del niño y no dejes que las modas ni las prisas te empujen a hacer cosas poco beneficiosas solo porque los demás lo hacen.
Tu hijo o hija tiene muchos veranos por delante. Este, quizá, solo necesite a su familia, su casa y su tiempo.
Preguntas que nos hacemos muchas madres sobre los campamentos de verano infantiles
¿A qué edad es realmente recomendable un campamento de verano?
Pues no hay una respuesta única, pero muchos profesionales coinciden en que a partir de los 6 o 7 años los niños suelen estar más preparados emocionalmente para este tipo de experiencias. Antes de eso, lo normal es que todavía necesiten mucha presencia adulta conocida, y el entorno nuevo les suponga más estrés que disfrute.
¿Y si mi peque es muy sociable? ¿No le vendría bien ir a campamentos de verano en infantil?
Puede ser que lo disfrute más que otros, claro. Pero también es importante mirar el conjunto: ¿cómo lleva las separaciones?, ¿se siente cómodo con personas nuevas?, ¿cómo reacciona cuando cambia la rutina? Que le guste jugar con otros no siempre significa que esté listo para un campamento completo.
¿Hay campamentos adaptados para peques de infantil?
Sí, existen opciones llamadas campamentos urbanos o talleres de verano pensados para niños pequeños, con horarios más cortos, actividades suaves y, a veces, con posibilidad de acompañamiento familiar en los primeros días. Si decides probar, mejor algo así.
¿Y si no va a ninguno? ¿Se estará perdiendo algo?
No, en absoluto. A veces sentimos que “hay que apuntarles a algo” para no quedarnos atrás, pero un verano tranquilo, con juego libre, agua, naturaleza y presencia adulta amorosa, es más que suficiente. No hay prisas. Todo llega a su tiempo.
¿No es bueno que aprendan a “despegarse” un poco ya desde pequeños?
Es una duda muy común. Pero la verdad es que el desapego no se enseña “forzando” separaciones. Se construye poco a poco, con seguridad emocional, cuando el niño se siente lo bastante confiado para explorar sin angustia (no es necesario que esté días fuera de casa). En Infantil, lo que más necesitan es saber que estás cerca y disponible. El tiempo de separarse ya llegará… y cuando lo hacen por iniciativa propia, suele ser mucho más bonito y, sobre todo, agradable.
¿Y si a mí me vendría bien ese descanso unos días? ¿Soy mala madre si no lo mando?
No, no y no. Desear descanso no te hace peor madre, te hace humana. Lo importante es buscar el equilibrio: a veces no hace falta recurrir a un campamento, sino pedir ayuda puntual, compartir con familia, organizarse con otras madres… Hay otras formas de cuidarte sin sentir que estás empujando a tu peque a algo que no necesita aún.
¿Qué pasa si mi hijo me pide ir a un campamento como su primo o hermano mayor?
Buena señal: si lo pide, es que ya muestra curiosidad. Pero aún así, observa bien qué tipo de campamento es, si se adapta a su edad, cómo lleva los tiempos de separación, si está motivado de verdad o solo lo dice por imitación. Y si decides probar, empieza poco a poco, con algo corto, y sabiendo que puede cambiar de opinión.
¿Hay alternativas al campamento que sean divertidas y enriquecedoras?
Sí, muchísimas. Talleres de arte, de música, días de picnic con amigos, salidas a la naturaleza, juegos de agua en casa, bibliotecas, ludotecas, incluso actividades makers en casa (como los makerspaces que están tan de moda). No hace falta llenar el calendario, solo ofrecer variedad con amor y flexibilidad.
En definitiva, en mi opinión, los campamentos de verano en infantil están de más, por cuidados que estén en su diseño y metodología. Los niños tan pequeños, ni quieren estar tan alejados de nosotros, ni tienen especial interés en hacer cosas con amiguitos. Entonces… ¿cómo les beneficia? Poco hay que puedan ofrecer a un peque que no podamos darles nosotros mismos en casa, en la playa, el parque, el un santuario de animales, etc.