Entre los 0 y los 6 años los peques sufren los mayores cambios de todo ser humano. De hecho, este desarrollo es más acusado aún durante los tres primeros años de vida. Hay muchísimas cosas que los nenes empiezan y aprender a hacer, sería casi imposible nombrarlas todas. Pero sí me gustaría comentar cuáles son las principales características evolutivas del niño en estas edades prontas clasificándolos en aparatos, sistemas y demás y considerando los aspectos destacados y que todo padre debe conocer.
Características evolutivas del niño de 0 a 6 años
A grandes rasgos, son 10 las características evolutivas del niño que se diferencian y tienen especial importancia como conjunto.
Perímetros y otras medidas
- Perímetro cefálico. Hace referencia al crecimiento craneal.
- El de un recién nacido se sitúa entre los 34 y los 36 cm. Es importante, eso sí, que, en cualquier caso, vaya en proporción a la talla del peque. El primer año el crecimiento del cráneo es muy acusado, alcanzándose los 47 o 48 cm a los 12 meses. Esto se debe a que se da un gran crecimiento del encéfalo y el sistema nervioso central madura muchísimo.
- Los huesos de la cabeza no están todavía soldados. En relación a esto hay que destacar:
- Las fontanelas. Son áreas membranosas que se sitúan en las zonas del cráneo donde confluyen varios huesos. Su osificación finaliza a los 15 meses.
- Las suturas. Son depresiones lineales situadas entre los huesos. Su osificación se da a partir de los 2 años, nunca antes, y puede llegar hasta la edad adulta.
- Anomalías: Microcefalia y microcefalia (cabeza muy pequeña o grande).
- Perímetro torácico. Indica la capacidad de la caja torácica.
- Un recién nacido tiene una caja de unos 32 cm de media. A los 12 meses mide 47 cm.
- Peso. Un bebé en la media nace con 3.3 kilogramos de peso, un pelín menos, 3.2 kilogramos, en el caso de las niñas. En su primera semana de vida es posible que incluso pierda peso, hasta 300 gramos. A los 10 días debe haberlos recuperado y, a partir de aquí, ganará de 20 a 30 gramos por día. Así, con 6 meses lo habitual es que pese el doble que al nacer y, con 12, el triple.
- Longitud. Los niños y las niñas nacen con una media de 50 y 49 centímetros. A los 6 meses miden 67 y 65 cm y al año 75 y 74 cm respectivamente.
Tanto de la longitud como del peso puedes saber más leyendo sobre las curvas de crecimiento, muy útiles para ir revisando que estos estén correctos.
Piel, pelo y uñas, también son características evolutivas del niño, aunque con un desarrollo más leve
La piel de un recién nacido aparece recubierta de una capa grasa llamada vernix caseosa. La dermis es fina y elástica debido a la gran cantidad de grasa subcutánea. Se va volviendo rosada.
Todo el cuerpo del recién nacido puede estar cubierto por una capita de pelo que se llama lanugo. Esto es normal y se va perdiendo poco a poco hasta desaparecer por completo, como máximo, en el tercer mes de vida. Si bien, si no la tiene tampoco pasa absolutamente nada.
Las uñas están perfectamente formadas y crecen sin problema desde el minuto uno, motivo por el cual debemos estar pendientes para ir cortándolas en cuanto corresponda.

Aparato cardiocirculatorio
Lo más característico es que el latido del bebé va poco más de dos veces más rápido al nacer (entre 140 y 150 ppm) que el de un adulto. Esto es algo muy sencillo de comprobar y que puede servir para hacernos creer que algo puede no ir bien. Al llegar al mes 13 veremos una disminución hasta las 120 ppm. Al alcanzar el mes 25 esta frecuencia ha bajado a las 90 ppm. Después ya la ralentización es muchísimo más lenta, valga la redundancia, hasta llegar a las 60-70 ppm en la edad adulta.
Las taquicardias en los procesos infecciosos o cuando se tiene fiebre en general no son extrañas. No debes preocuparte si no son muy alarmantes pero sí si se dan muy frecuentemente (cada vez que el nene sube de temperatura).
Del mismo modo, no es extraño ver bebés con soplos, especialmente al poco de nacer. Esto se debe a que los conductos y orificios propios de la vida fetal no se cerraron correctamente en el parto. De nuevo, aunque parezca preocupante, en la mayoría de los casos no lo es y la alteración se resuelve de manera espontánea sin ningún tipo de actuación.
Importante destacar que problemas como el colesterol u otro tipo de obstrucción arterial es totalmente infrecuente, tanto que no es algo que se considere cuando un niño pequeño vienen con síntomas que se le puedan atribuir. Por ello, aunque es muy difícil que tu hijo padezca de algo así, si presenta sintomatología relacionada y el especialista no es capaz de realizar un diagnóstico, no tengas vergüenza en preguntarle al respecto.
Aparato respiratorio
La frecuencia cardiaca y la respiratoria van unidas. Así, el número de respiraciones del recién nacido es alta, de entre 40 y 50 por minuto. Al cumplir los 2 años esta se ha reducido considerablemente, a 20 o 30. Muy poco a poco descenderá hasta quedar en un máximo de 20.
Desde el nacimiento las vías respiratorias están prácticamente maduras, simplemente no se han utilizado por encontrarse el bebé en la placenta.
Sin embargo, el resto del aparato respiratorio sí necesita maduración. Por ejemplo, la caja torácica es muy pequeña debido a que como feto tomaba el oxígeno de la sangre, desde el cordón, por lo que no la necesitaba. Los alveolos, por su parte, se terminarán de formar por completo durante el tercer mes de vida. Ello supondrá una diferencia notable.
Sistema renal y excretor
El sistema renal no funciona plenamente hasta los 2 años. Para ello es necesario que se dé la completa maduración del riñón. Aun así, está claro que, hasta llegado el momento, cumple sus funciones de filtración y evacuación.
Pero, como muchos órganos, cuando se es demasiado peque, son débiles y necesitan cuidarse. En este caso, por ejemplo, el abuso de proteína en la dieta a una edad tan temprana podría ser perjudicial, otro motivo más, entre tantos, para mantener una adecuada alimentación. Y como con esto, con todo. El cuidado de todo órgano aún inmaduro es prioridad.

Sobre las deposiciones, estas están totalmente relacionadas con los alimentos que toma el niño.
Con comida líquida descubrimos deposiciones pastosas y suelen ir en paralelo a la frecuencia de la ingestión. Así, si al nacer tu bebé hace 8 tomas, seguramente le cambies el pañal, por heces, en 8 ocasiones.
Conforme se van introduciendo alimentos sólidos las heces ganan consistencia y se reduce el número de cambios. Así, será lo normal y cada vez más habitual que cambies pañales que sólo tengan pipí para ir reduciendo la hez a 6, 4 y 2 veces al día.
Ojo porque en este caso hay que vigilar más las deposiciones líquidas, indicativo de que algo no anda bien. Lo más probable es que haya algún problema con la cantidad o el momento en que el niño toma agua, pero no te confíes, porque puede estar sufriendo de alguna alteración de gravedad.
Sobre la orina, es importante saber que el recién nacido puede tardar entre 12 y 24 horas en miccionar por primera vez. La cantidad será de unos 20 a 50 cc a lo largo de todo un día. El aumento es gradual hasta llegar a los 1.5 litros diarios en la adolescencia. Se dará un salto algo más acusado cuando el peque empiece a tomar semisólidos y a beber más agua.
Como ves, la horquilla es muy amplia al respecto pero, nuevamente, es importante ver que el niño no se encuentre siempre en mínimos o en máximos (o que, por supuesto, no llegue a los 20 cc o se pase a menudo de los 50).
Si el peque es más tragoncete debería hacer más pipí y si come poco, menos. Esto es bastante lógico a la vez que intuitivo y, durante los primeros meses es más importante fijarse en las deposiciones que en la micción.
A partir de los 8 meses (más o menos) más que mirar cuánto come habrá que considerar la proporción entre comida y bebida. Por ejemplo, si come poco pero bebe mucho seguramente hará mucho pipí, es lo normal. Sin embargo, vigila esto también porque puede que esté comiendo de menos porque se llena de agua. El equilibrio siempre es esencial.
Aparato digestivo
La maduración del aparato digestivo es lenta y paulatina, finalizándose a los 2 o 2.5 años, según si se dan o no dificultades. Esto implica una mejor tolerancia a alimentos nuevos con el paso del tiempo y una lógica mayor capacidad a medida que el estómago crece.
Náuseas, regurgitaciones, cólicos y diarreas son habituales y se consideran normales siempre y cuando no se den con demasiada frecuencia.
En cuanto al hígado, el funcionamiento es como el del adulto, a mucho tardar, a los 12 meses.
A los 2 años conseguimos una salivación óptima para que se produzcan las enzimas necesarias para facilitar la digestión, momento en el cual las alteraciones mencionadas deben disminuir drásticamente hasta prácticamente desaparecer.
Dentición

Está en relación con el aparato digestivo, siendo lógico que aparezcan los dientes conforme el estómago del pequeño es capaz de digerirlos bien, conoce el movimiento de masticación para ir procesando los alimentos cada vez más sólidos, etc.
La dentadura ya está formada en el nacimiento, si bien, las piezas van saliendo poco a poco, rompiendo la encía. Los incisivos centrales inferiores son los primeros y se empiezan a descubrir en los meses 5-6. Tras ello aparecen los superiores, los laterales, los caninos y los molares 1 y 2. El proceso culmina, como máximo, al mes 30. El resto de molares puede que no aparezcan jamás o que lo hagan a cualquier edad y/o sólo de manera parcial.
Ansiedad, salivación excesiva y llanto aparentemente sin motivos son el prolegómeno de un nuevo diente entre los 5 y los 12 meses. Después, la molestia es mucho más soportable.
Entre los 5 y 6 años se produce el cambio de los «dientes de leche» a la dentadura definitiva. El orden en que se caen las piezas de la primera dentición es similar al de salida y no es extraño que se caigan de dos a dos (en un breve lapso de tiempo, por ejemplo, un día uno y a los 3-10 días, otro).
Aunque los dientes de leche se vayan a caen, no debemos confiarnos y descuidar la higiene dental. Las piezas «picadas» son molestas y no creo que quieras esperar hasta que tu hijo las cambie mientras siente dolor y sensibilidad constantes. Piensa que, además, esto puede llevar al rechazo del consumo de alimentos, derivando en problemas de nutrición e incluso de conducta.
Sistema inmunológico: una curiosidad entre las características evolutivas del niño
Como curiosidad, hasta los 4-6 meses el sistema inmunológico del bebé funciona con los antígenos de la madre, transmitidos a través de la placenta.
Así, el estudio de la composición placentaria y su capacidad de transmisión no sólo son importantes durante la gestación sino que el interés en el mantenimiento de su estado óptimo se extiende medio año o más más allá del alumbramiento.
Será a partir de de los 6-8 meses que el niño empezará a sintetizar sus propios anticuerpos.
Maduración ósea y muscular
Una curiosidad referente a las características evolutivas del niño, muy importante, eso sí. Cuando nace, el bebé cuenta con una sola curvatura espinal. Si nos paramos a pensar, tiene todo el sentido del mundo, pues ha mantenido una misma postura, fetal, durante meses.

La curvatura pasará a ser lumbar poco a poco, gracias a que no se da una osificación total de los huesos (hasta la adolescencia). Esto ocurre alrededor de los 18 meses. Es gracias a ello que el peque podrá permanecer de pie y andar.
De esto desprendemos que un niño que no cambia correctamente su curvatura tardará más en mantenerse erguido y lo hará de peor forma, durante menos tiempo o con dolor.
El desarrollo muscular durante el primer año se realiza desde las zonas proximales a las distales, es decir, desde el tronco a las extremidades. Al mismo ritmo, el tejido adiposo, que es el más abundante, pasa a sustituirse por tejido muscular. Por esto, por ejemplo, un niño tarda más en controlar un lápiz que en coger un sonajero.
Tras el primer año de vida se da un fortalecimiento óseo y muscular considerable, descubriendo así una mejora increíble de las habilidades motoras que comienza con el paso y con la aumento de la diversificación de actividades sencillas.
Sistema nervioso motor
Está estrechamente atado al sistema nervioso y al muscular.
El bebé nace con movimientos reflejos, dados por un estímulo externo que provoca una respuesta motora. No puede realizar acciones conscientes porque tiene un cuerpo inmaduro y porque carece de la capacidad de intencionalidad. Aun así, no todos son reflejos. Si mueve los brazos, aunque no lo haga porque sepa que puede coger algo, lo hace porque quiere no de manera mecánica.
Los movimientos empiezan a ser intencionales a los dos meses, cuando ya busca ruidos. De ahí en adelante se encuentran varias características evolutivas del niño pequeño que van suponiendo una enorme diferencia para él.