La verdad es que llegar tarde al colegio es algo más habitual de lo que creemos. Siempre hay algún motivo y siempre nos parece válido. Que si el despertador, que si hoy no quería ponerse esos pantalones, una rabieta imprevista, se ha quemado el desayuno, no nos ha sentado bien a alguno, la gasolina, el bus… Siempre hay algo pero… ¿cómo hacer desaparecer esta desagradable práctica que, por cierto, no es positiva en ningún aspecto?
Tips para no llegar tarde al colegio
- Rutinas
Las mañanas deben conocerse al dedillo. El niño no puede levantarse sin saber qué tiene que hacer si cuenta con un tiempo limitado para ello; no podemos ponernos a enseñarle en el momento. De ahí que sea tan importante trabajar los hábitos y rutinas con diferentes enfoques que hagan que no se hagan pesados y se interioricen.
Deja claro que los días de cole se tiene que hacer esto, aquello y lo de más allá, en qué orden y de cuánto tiempo se dispone para ello.
Considera, eso sí, un tiempo para imprevistos, no vayamos con la calculadora. De hecho, por la mañana es más difícil hacer transiciones entre actividades, por lo que es normal que vayan (y vayamos) más lentos. Tenlo en cuenta para dejar un margen suficiente.
Una manera de ayudar, además de enseñar la teoría y, con ello, la práctica, es ayudando a la hora de simplificar y, por supuesto, en un principio, realizando con ellos sus tareas (aunque deben tener claro que esto es temporal, mientras se van desenvolviendo; después pasaremos a ser una figura pasiva).
Por otro lado, ten tú también una rutina que vean que sigues y que funciona.
Un recurso chulo cuando son pequeños es plasmar las tareas con dibujos unidos con flechas que deben ir chequeando.

- Favorece el vínculo afectivo
Comienza el día con cariño y amor, conectando con tus hijos. Ve a su habitación y achúchalos para levantarlos con cariño y empezar el día con buen pie. Así, se despertarán poco a poco, sin prisas y con predisposición.
- Momentos de juego
En efecto. A priori puede parecer contraproducente que para no llegar tarde al colegio invirtamos tiempo en algo totalmente opuesto, pero tiene su ciencia.
A pocos adultos nos va a apetecer ponernos precisamente a eso, y más si no vamos sobrados de ánimo, tiempo, etc. Sin embargo puede ser la solución a esos casos en los que los niños son reacios a acatar órdenes y/o no son amigos de las prisas.
La idea no es ponerse a jugar al parchís, está claro, sino diseñar algún tipo de «juego» sino a algo que haga a los peques «funcionar».
- Previsión
Considera todo lo que puedes hacer por adelantado para que tengáis las mañanas más libres y vayáis no sólo más rápido sino también más calmados.
Por ejemplo, elegid la ropa y preparad la mochila la tarde-noche, tened hecha la dieta semanal para saber cuál será el desayuno y el tiempo que implica hacerlo…

- Calma por encima de todo
Obviamente, si hemos establecido que es necesario que los niños se encuentren cómodos para ser participativos, tendremos que mostrarnos en calma y propiciar dicho ambiente.
Verás que todo lo que hemos comentado de por sí ayudará a que los mayores estéis mejor.
Pero si hay otras cosas que os ronden la cabeza, apartadlas por un momento. Es un consejo difícil de llevar a la práctica pero, si lo piensas bien, es lo más efectivo. ¿Qué sentido tiene poner tu atención en algo en lo que no puedes trabajar y dar de lado lo que tienes a la mano y depende de ti? El momento previo al cole es eso, desde la puesta a punto de la familia hasta que los niños queden en la escuela; todo lo demás viene detrás y tiene también su tiempo para tratarlo.
Y si lo que te hace desesperarte es la situación en particular, que hoy se está haciendo más difícil, de nuevo, calma. Si crees que tus hijos se mueven a cámara lenta puede que sea verdad o puede que no. Sin embargo, el caso es el mismo, vas a transmitirles un nerviosismo que en ningún caso ayudará a que sean más rápidos o efectivos, por lo que no tiene sentido ponerse así; a te desahogarás luego.
- Hablar de la situación
Por último, no te limites sólo a enseñarles previamente que tienen esta obligación y que debe establecerse una rutina.
Cuando se produzcan errores, habladlos. No sólo se puede «enseñar» y pretender que todo sea perfecto; todos necesitamos prácticas, equivocarnos y mejorar cada punto.
Dedicad un tiempo a la vuelta del colegio, no en el momento ni en el coche de camino. Hay que sentarse, comentar qué ha pasado, por qué y cómo se debe solucionar. Sería interesante que el niño actuase activamente dejándole hablar para ver si es consciente de lo que ha pasado y por qué e incluso puede proponer soluciones.