¿A tu peque le cuesta mucho engancharse al pecho?¿Lo notas inquieto o distraído cuando le toca su toma?¿Sientes que no tiene interés o, por contra, que te pide leche constantemente? No te preocupes. Está pasando por una crisis de lactancia, un momento totalmente normal pero que te animo a que conozcas bien para que lo paséis lo mejor posible.
¿Qué es una crisis de lactancia?¿Por qué se produce?
Una crisis de lactancia es un momento en el que el peque se encuentra insatisfecho, ansioso, distraído o, en general, bastante diferente respecto a cómo afronta la lactancia materna habitualmente. La producción de leche no es exactamente acorde a sus deseos y lo manifiesta como puede.
Como es lógico, al volverse más complicado y puede que repentino (nosotras no hacemos nada y, repentinamente, todo es más difícil), las madres se inquietan bastante y, de hecho, son uno de los principales motivos de abandono de la lactancia materna o natural.
Sin embargo, debes saber que, decidas lo que decidas al respecto, se trata puntos naturales del desarrollo sano que significan que todo va bien, como debe; a tu bebé no le está ocurriendo nada malo.
Estas situaciones críticas se corresponden con momentos clave del desarrollo del niño: experimentar cambios físicos, de cognición y también emocionales bastante importantes. por lo general, ello repercute en una demanda diferente de leche (en general, mayor) para la satisfacción de las nuevas necesidades.
A esto hay que añadir la que producción de leche se regula día a día, con cambios que, en ocasiones, son más notorios, y al peque le afectan, necesitando adaptarse a las nuevas características y, en general, a los cambios de la experiencia de mamar.
¿A qué edad se producen las crisis de lactancia?
Se distinguen seis momentos críticos que se consideran crisis de lactancia.
- A los 15-20 días. El bebé simplemente demanda bastante más cantidad de leche. Durante los primeros días de vida el peque toma cantidades ínfimas (yo misma no me lo podía creer), correspondiendo al calostro y, días después, a una producción progresiva, y cuando te acostumbras a eso empieza a pedirte, literalmente, el doble.
A menudo esto supone que las mamis pensemos que no producimos lo suficiente y acudamos a consulta o intentemos completar la toma con leche en polvo. No son malas acciones pero debes saber que no es necesario, que tu cuerpo, salvo excepciones, lo está haciendo genial y en cuestión de un par de tomas estarás produciendo tanto como tu bebé necesita. Y si esto te sigue preocupando, siempre puedes tirar de algunos trucos para producir más leche.
- Crisis de lactancia de las 6 semanas. En este caso nos encontramos con un crecimiento acelerado, que supone que, como es lógico, el peque pida más comida.
Añadamos que, en este caso y de acuerdo a cómo se desarrolla el sistema digestivo, tu leche cambia ligeramente de sabor, volviéndose más saladita, algo que sorprende al niño y puede cambiar las primeras tomas, hasta que se acostumbre.
- Crisis de los 3 meses. Es la que menos se da pero, a su vez, la más difícil y la que supone el abandono de esta forma de alimentación en la mayoría de casos. ¡Y eso que es corta!¡De entre 10 y 20 días!
Te darás cuenta de que cambian las tomas, volviéndose más cortas (incluso de unos pocos minutos) y recurrentes. El bebé sigue tomando la misma cantidad pero ahora sigue otro patrón. Por ello, puedes creer que no le está gustando la leche, que no tiene hambre, que no toma más porque le ocurre algo… En definitiva, preocupaciones.
Con tres meses, el niño ha cambiado bastante y se puede distraer con facilidad o estar inquieto, lo que se suma a nuestra preocupación. En estos momentos, las únicas tomas que parecen «buenas» son las que hace de madrugada.

- A los 6 meses. Según caiga, coincide con la introducción de alimentos sólidos. El bebé, que se está acostumbrando a que cada días le des algo nuevo (ya sea sabor o textura), parece aburrirse de la leche, que ya la tiene muy vista.
Esto no significa, por supuesto, que debamos abandonar, pues sigue siendo exactamente igual de nutritiva y necesaria. Lo que ocurrirá es que, de nuevo, el patrón de las tomas cambiará. Es probable que las tomas más largas sean las de la cena y de madrugada, cuando está cansado para explorar los sólidos. Es una crisis que dura entre 3 y 4 semanas, cuando el niño ya ha ido probando de todo y volviendo a acomodar la leche en su dieta.
- A los 12 meses. Ahora ocurre lo contrario a lo que hemos ido viendo: el ritmo de crecimiento del niño disminuye. A su vez, va tomando más y más elaboraciones de sólidos y la cantidad de leche que toma se reduce. Con ello, la demanda es mucho menor. No suele llegar al mes antes de que os autorregulemos.
Así mismo, es común abandonar la lactancia materna para que el niño coma más sólidos, para que «sea mayor». Es un error terrible: el bebé debe tomar buenas cantidades de leche porque lo nutre adecuadamente, incluso si no come tantos sólidos como quisiéramos.
Sin embargo, al revés sí es negativo. Muchos sólidos y poca o ninguna leche no nutre al niño como corresponde. Tendríamos que ser nutricionistas expertas y que el peque comiese exactamente todo lo que hemos incluido en la dieta que le diseñamos, lo cual no ocurre; nunca.
- Crisis de lactancia a los 24 meses. Es la menos conocida porque son pocas las mamis que llegan a este punto amamantando, por lo que resulta bastante sorprendente, dejándonos fuera de lugar. Dura unas pocas semanas, muy variables según niño y mamá.
Las tomas tienen un carácter emocional muy fuerte. El niño casi nunca te va a pedir teta por hambre sino por confort, calor humano, calma…
Si esto lo enmarcamos en un momento en el que las rabietas son muy habituales en los niños, no responder a su demanda rápidamente supone que el niño estalle, sintiéndose inseguro, enfadándose o frustrándose. Puede que por orgullo, cabezonería o rabia, ya no quiera hacer la toma cuando estás disponible (aunque hayan pasado sólo unos pocos minutos), lo cual va enturbiando para ambos la experiencia de la lactancia materna.

Las consecuencias parecen muy negativas, las emociones están a flor de piel. Si bien, como las demás crisis de lactancia, es lo normal e implica que todo va como debe ir.
Finalmente, es importante destacar que no todos los niños las sufren todas (incluso puede que ninguna). Y, lo hagan o no, no significa que sea mejor ni peor. A veces, el peque se acostumbra antes y mejor y no notamos su inquietud.
¿Qué puedo hacer para ayudar a mi hijo en sus crisis lactantes?
Y como aunque sea normal, es difícil, tanto para ti como para el bebé, veamos qué podemos hacer para llevar estos momentos lo mejor posible.
- Responde a las señales que te manda tu bebé, son llamadas dadas por una necesidad. Ofrece más pecho parea satisfacer la demanda de alimentación, aunque se desenganche o se duerma enseguida. No debemos dar por hecho lo que va a hacer y, de momento, te está llamando para comer. Puede que, simplemente, necesite consuelo para regularse y también lo recibe en tu pecho.
- Cuídate. Una buena alimentación ya sabes que hace que la leche sea óptima. Pero, más allá, tienes que descansar, hidratarte bien, pedir ayuda si sientes que te desbordas… Todo esto influye en tu bienestar, en cómo te sientes, en lo rápido que pierdes la paciencia, en cuánto te molestan las pequeñas cosas, en lo que trasmites a tu bebé (condicionando el vínculo)…
- Busca apoyo profesional. Si es necesario, deja que expertos como los asesores de lactancia te den consejos prácticos y no dudes en dejar caer tus emociones en un buen terapeuta que te ayude a estar tranquila y a llevar las crisis de lactancia de una manera saludable y positiva.
- Confía en ti. Con la mente tranquila, ¿por qué no confiar en tu instinto como madre? La mayoría de decisiones que tomes van a ser correctas y sanas.
- Sé paciente. Ya hemos visto que estos momentos se pasan, es cuestión de llevarlos de la mejor manera posible y, simplemente, esperar. Una sonrisa, un buen tono, canciones de cuna, un porteo amable… Todo ello te hará manteneros tranquilos para que el tiempo pase.
- Y, por supuesto, ¡corrige todos los errores comunes que tenemos durante la lactancia como madres!
De verdad, no te preocupes por las crisis de lactancia. Naturales y habituales, parecen algo inadecuado pero no lo son. Conociéndolas, no tienes que pasarlo mal ni privarte, ni a tu peque, de la experiencia de la lactancia materna, ¡que puede ser espectacular!