La piel de los niños es especialmente sensible, y una de las afecciones cutáneas más comunes en la infancia es la dermatitis atópica. A su vez, es una patología que cada vez se encuentra más presente en nuestra sociedad. ¿Quieres saber en qué consiste?
Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que puede causar molestias significativas en los pequeños y es motivo de preocupación en los padres. Conocer sus signos, causas y cómo manejarla puede hacer una gran diferencia en la calidad de vida del niño y en la nuestra, que tendemos a preocuparnos de más (aunque a veces es positivo).
¿Qué es la dermatitis atópica?
La dermatitis atópica es una afección inflamatoria de la piel que provoca sequedad, irritación y picazón intensa. Es una enfermedad crónica con brotes intermitentes y suele manifestarse desde los primeros meses de vida. No es contagiosa, pero sí puede tener una fuerte carga genética y relacionarse con otras enfermedades atópicas, como el asma o la rinitis alérgica.
Realmente, no es más que una respuesta exagerada de nuestro sistema inmune cuando está mediada por inmonuglobulinos E que afecta a la piel.
Signos y síntomas
Los síntomas de la dermatitis atópica pueden variar según la edad y la gravedad del cuadro, pero los más comunes incluyen:
- Piel extremadamente seca y descamada.
- Eccema con ampollas rojas mal delimitadas y, por lo general, con exudado. Las hay agudas, subagudas y crónicas.
- Picazón intensa, que puede ser peor por la noche.
- Enrojecimiento generalizado de la piel.

- Inflamación dérmica.
- Engrosamiento de la piel en áreas con brotes recurrentes.
- Lesiones con exudado y costras en casos más graves.
- Infección dada en las lesiones.
- Aumento del área afectada (cara y cuero cabelludo en bebés, pliegues de codos y rodillas en niños mayores).
- En unos pocos casos, la dermatitis viene dada como reacción a una comida, sobre todo si, además, se sufre de asma.
Comienza a apreciarse un cambio en la piel del rostro, con incidencia en las mejillas, que se afectan (como primera zona) en el 90% de los casos en niños y sobre el 75% en adultos. Tras la fase eritematosa se da también una vesiculación que se rompe y se va extendiendo. Otras zonas comunes son las manos, los pliegues tras las orejas y los de flexión de las extremidades. En los niños muy pequeños también es muy habitual que se de eccema en el cuero cabelludo, lo que, a menudo, hace que la patología se confunda con otros problemas capilares.
La evolución suele ser por brotes, existiendo una mejora evidente, sobre todo cuando da bien el sol, aliviándose las lesiones e incluso llegando a desaparecer, para recaer por completo.
Es importante destacar que no se trata de una alergia ante un elemento externo, diferenciándose de esta en la secadez (y sus síntomas derivados como descamación o picor).
Causas y factores que la empeoran
Por el momento, no se conoce una causa exacta de la dermatitis atópica, pero sí se sabe que es una enfermedad multifactorial en la que intervienen tanto la genética como factores ambientales. Entre los desencadenantes que pueden agravar los síntomas se encuentran:
- Factores genéticos. Con historial familiar de enfermedades atópicas como asma, rinitis alérgica o la propia dermatitis atópica es más probable padecerla. Se estima que con un progenitor que sufre dermatitis, 6 de cada 10 hijos la tienen también, habiendo una ayor aparición en los casos en los que la afectada es la madre. En el caso de que ambos padres la padeciesen, la prevalencia aumenta hasta el 80%.
- Una disfunción de la barrera cutánea dada por la activación de los linfocitos.
- Climas extremos (seco y frío o caliente y húmedo). La baja temperatura y humedad ambiental pueden empeorar la sequedad, la irritación de la piel y, con ello, el picor. En el opuesto tenemos un exceso de sudoración y más posibilidad de inflamación.
- Uso de jabones agresivos y perfumes. Pueden debilitar la barrera cutánea y aumentar la sensibilidad general.

- Sudoración excesiva. La combinación de calor y sudor puede agravar el picor al tiempo que la inflamación por obstrucción de la dermis.
- Alergias alimentarias. En algunos casos, ciertos alimentos pueden desencadenar o empeorar los brotes.
- Contacto directo con ciertos materiales. Algunos, como la lana, hacen que la piel, sobre todo la de los niños, reaccione muy fácilmente.
- Estrés y factores emocionales. La ansiedad y el estrés, tanto espontáneo como crónico, pueden agravar la enfermedad.
- Padecimiento de infecciones bacterianas.
El diagnóstico de esta patología implica, además de los signos que acabamos de ver, un alto nivel sérico de IgE (presente en el 80% de los afectados por dermatitis atópica).
Incidencia en la población infantil
La dermatitis atópica es una enfermedad bastante frecuente, y más cada vez, especialmente en Occidente. Se estima que afecta entre un 10 % y un 20 % de los niños en todo el mundo, y aunque en algunos casos desaparece con la edad (un 25% de os niños se curan antes de los 3 años y casi todos lo hacen antes de cumplir los 10), en otros puede persistir hasta la adultez. Aproximadamente la mitad de las personas que la padecen son infantes. De hecho, se trata de la enfermedad crónica más común en la infancia.
Puede aparecer a partir de los 2 meses de vida, siendo muy común que se dé por primera vez antes de cumplir el año. Especialmente habitual es su aparición en el tercer mes. La mayoría de apariciones se dan entre los 1 y los 4 años.
Al inicio, los brotes suelen ser más frecuentes e intensos, de manera que, de nuevo, son los peques los que más intensamente la padecen. Pero con los cuidados adecuados es posible minimizar su impacto en todas las franjas de edad.
Tratamiento y manejo
No existe una cura definitiva para la dermatitis atópica, pues se trata de una afección crónica, pero sí hay tratamientos eficaces para aliviar los síntomas y prolongar los periodos sin brotes.
También es importante indicar que es bastante frecuente la «cura» espontánea durante la infancia aunque esto es algo muy difícil de ver en la edad adulta.
¿Cómo y cuándo es aconsejable tratar la dermatitis atópica?
El tratamiento se basa en mantener la piel bien hidratada, reducir la inflamación (habitualmente con corticoides, aunque puede que el doctor no lo considere necesario en primera instancia) y controlar los desencadenantes. Se recomienda:
- Hidratación diaria. Aplicar cremas emolientes e hipoalergénicas al menos una vez al día, siendo dos lo ideal (tras la ducha y antes de dormir). Curiosamente, son más adecuadas aplicadas cuando la piel esté húmeda.

- Duchas sencillas y mínimas. Sería interesante cambiar el baño por la ducha así como no dárnoslos a diario. En cualquier caso, lo ideal es permanecer mojado el menor tiempo posible, usar agua templada y secar la piel con toques suaves, sin frotar, con una toalla suave que siempre se mantendrá limpia y perfectamente seca. Di «Adiós» a las esponjas.
- Jabón. Sería ideal usar un jabón suave específico para pieles atópicas, pero, en cualquier caso, evitar jabones agresivos, con preferencia por aquellos que no hacen espuma,
- Uso de fármacos. En brotes graves, tu médico puede recomendarte cremas con corticoides o inhibidores de la calcineurina. En los casos en los que se haya vuelto crónica (no desaparezca después de meses o puede que un año) se recetarán antihistamínicos orales. En ocasiones, cuando lo demás falla, se recurre a los inmunodepresores.
- Evitar los alérgenos y desencadenantes conocidos. Hay ciertos tejidos, alimentos o productos con fragancia que, por su composición, son más propensos a causar o empeorar irritaciones.
- Ropa de algodón y transpirable. Para evitar que aumente la irritación es recomendable usar prendas lo más naturales y frescas que encontremos. Siendo bebés, debemos optar 100% por el algodón, que es cómodo, fresco y el más respetuoso de los textiles.
- Cambio de pañal. Si el peque aún lleva pañal, retira los residuos con agua y jabón, incluso sólo agua si sólo hay un pipí. Pon crema protectora después (no hidratante o regeneradora sino barrera). Haz cambios frecuentes y ten al bebé con el culete al aire (seco) todo el tiempo que sea posible.
- Desalergenización. En función de la complejidad del problema, el pediatra también puede establecer otras normas de control ambiental. Además de la dermatitis, pueden mejorar otros cuadros y prevenir alergias.
Buenas prácticas para la vida diaria
Además del tratamiento que te puede recomendar tu doctor, hay pequeños cambios en el día a día que pueden hacer una gran diferencia en la dermatitis atópica infantil así como evitar su aparición:
- Mantener un ambiente relativamente húmedo en casa. Especialmente en invierno, cuando la calefacción seca el aire, usaremos humidificadores. En verano, según dónde vivamos, puede que tengamos que hacer lo mismo (ciertos lugares de costa) o todo lo contrario.

- Mantener la casa limpia, evitando, especialmente, los reservorios de polvo.
- Ojo con la temperatura ambiente. Los cambios bruscos pueden desencadenar brotes. También debes huir de ambientes tanto muy fríos como muy cálidos; ambos extremos son perjudiciales para la piel. Lo ideal es mantenernos en espacios a 20-22ºC. Antes de movernos a otro más extremos debemos protegernos o retirar las capas de ropa correspondientes.
- Usar detergentes suaves para la ropa, sin perfumes ni productos agresivos. Ocurre exactamente lo mismo que con el gel, es un producto que estará en contacto directo con la dermis, por lo que debemos apostar por fórmulas respetuosas con esta. No se usarán suavizantes ni aromatizantes de ningún tipo ni tampoco lejías u otros oxigenantes.
- Lavados individuales. Pon lavadoras sólo con la ropa del peque. De este modo, podrás seleccionar un programa de lavado para tejidos naturales e incluso dar un aclarado extra, que sería lo ideal.
- Intentar que el niño no se rasque. Cortar las uñas cortas y usar manoplas por la noche si es necesario hasta que se pierda la costumbre y aportar por prácticas para calmar el picor. (aplicar geles frescos o compresas frías, mantener la piel en equilibrio -pH neutro, hidratación, nutrición-, mantener la zona seca -que no reseca-). Piensa que el autocontrol en los niños es prácticamente imposible por lo que lo mejor es evitar el picor de tantas formas como sea posible.
- Crear rutinas de cuidado de la piel. Para que el niño asocie la hidratación con su bienestar.
- Usar el jabón sólo en zonas concretas y momentos críticos, donde y cuando verdaderamente es necesario.
- Apuesta por las cremas barrera, que protegen la piel, si vais a la piscina o un spa, etc.
- Baños de mar. Aunque pueda parecer lo contrario, son muy beneficiosos (salvo en momentos de brotes). Eso sí, debes retirar la sal justo después, con un enjuague muy generoso, y aplicar una crema emoliente ligera o un aceite (tal y como si salieses de la ducha). Trata de acudir cuando el sol esté bajo.
🧠🥛✨¡¿A qué no lo sabías?! La leche materna es inmunomoduladora, por lo que sería espectacular prolongar la lactancia natural si el niño tiene esta condición.
¿Cuándo acudir al médico?
Se debe buscar atención médica si:
- La piel está muy inflamada, supurante o con signos de infección (pus, fiebre, enrojecimiento intenso).
- Los brotes interfieren con el sueño y la calidad de vida del niño.
- Los tratamientos habituales no están funcionando y la enfermedad está empeorando.
Preguntas frecuentes FaQ dermatitis atópica en niños
La dermatitis atópica en la infancia puede ser un desafío, pero con el conocimiento adecuado y los cuidados apropiados, se puede controlar y minimizar su impacto en la vida del niño. Si bien es una enfermedad crónica, son muchas las veces que mejora con la edad y con buenos hábitos de cuidado de la piel.
Si tienes un pequeño con esta condición, no estás sola: muchas madres han pasado por lo mismo y con paciencia y constancia, se puede lograr que la piel de tu hijo esté mucho más sana y se sienta confortable.