El desarrollo motor en los niños resulta uno de los indicadores más importantes del crecimiento y la maduración neurológica. Gracias a él, los bebés empiezan a sostener la cabeza, a rodar, gatear, caminar, usar las manos con precisión… y, en general, a moverse con seguridad en el entorno que les rodea.
Pero, ¿sabías que no todo este proceso ocurre de forma aleatoria? De hecho, existen leyes muy claras que explican el orden en el que adquirimos el control corporal. Te contamos más adelante cuáles son, pero antes veamos en qué consiste el desarrollo motor más en profundidad y por qué es tan relevante su desarrollo óptimo durante los primeros años.
¿Qué es el desarrollo motor?
El desarrollo motor es la evolución de la capacidad del niño para moverse y controlar su cuerpo de forma coordinada. Implica tanto la motricidad gruesa (grandes movimientos como rodar, sentarse, caminar) como la motricidad fina (movimientos pequeños como agarrar objetos o manipular juguetes).
Este proceso está influenciado por múltiples factores, desde la madurez del sistema nervioso hasta las experiencias del niño con su entorno. Además, sigue un patrón predecible que se ha estudiado ampliamente en psicología evolutiva y educación infantil.
¿Por qué es importante trabajar en el desarrollo motor en los niños?
El desarrollo motor no solo implica que el niño aprenda a moverse: también es la base para otras áreas clave del desarrollo como el lenguaje, la atención, la autonomía o la socialización. Un bebé que no puede desplazarse, por ejemplo, tiene menos oportunidades de explorar, jugar y aprender.
Además, muchos trastornos del desarrollo pueden detectarse tempranamente si se observan señales de alerta en el área motora. Por eso es fundamental conocer las etapas típicas y saber cuándo algo no está yendo del todo bien.
Así, el desarrollo motor y su especialización no sólo ayuda a mejorar diferentes habilidades sino que previene y diagnostica.

Factores que influyen en el desarrollo motor infantil
El desarrollo motor está determinado por una combinación de factores internos y externos, entre ellos:
- Genética. La genética influye significativamente en el desarrollo motor, ya que determina la estructura y función del sistema nervioso y musculoesquelético del niño. Factores hereditarios como el tono muscular, la fuerza, la coordinación o incluso el ritmo de maduración del sistema nervioso central pueden estar condicionados genéticamente. Por ejemplo, niños con antecedentes familiares de desarrollo motor más lento pueden seguir patrones similares, sin que necesariamente haya un problema subyacente.
Además, ciertas condiciones genéticas o síndromes, como el síndrome de Down, la distrofia muscular o trastornos del espectro autista, también pueden impactar directamente en las habilidades motoras. Estas alteraciones pueden afectar la postura, el equilibrio o la planificación motora, haciendo necesario un acompañamiento más individualizado.
- Prematuridad y peso al nacer. Bebés prematuros o con bajo peso suelen tener un desarrollo motor más lento, aunque con estimulación motora precoz pueden alcanzar los hitos esperados. Con el tiempo y buenas prácticas, el nivel de desarrollo se va acercando a los valores normales para la edad. De este modo, un niño de 3 años que haya sido prematuro seguramente no presente diferencias motoras respecto al resto o estás no sean significativas.
- Estimulación en casa. El tipo de estímulos, superficies donde el niño se mueve y el tiempo que pasa boca abajo (“tummy time”) son claves para fortalecer músculos y coordinación. Un poco después, la propia educación, la actividad física y su enfoque y aspectos relacionados serán los que ayuden a optimizar dicho desarrollo.
- Salud y enfermedades. Enfermedades crónicas, trastornos metabólicos, infecciones graves en los primeros meses de vida o problemas respiratorios persistentes pueden limitar la energía, la fuerza y la motivación necesarias para explorar el entorno y moverse con libertad. De igual modo, hospitalizaciones prolongadas o una nutrición inadecuada pueden interferir en el desarrollo físico y muscular, retrasando la adquisición de hitos motores.
Los retrasos neurológicos, como los producidos por parálisis cerebral, lesiones cerebrales perinatales o trastornos genéticos que afectan el sistema nervioso central pueden alterar directamente la forma en que el cerebro envía señales al cuerpo para coordinar movimientos. Estos peques pueden presentar hipotonía (tono muscular bajo), espasticidad o dificultades en el equilibrio y la planificación motora
Proporcionar un entorno estimulante, seguro y adecuado a cada etapa es fundamental para favorecer el desarrollo motor en los niños de forma respetuosa y efectiva.
Señales de alerta respecto al desarrollo motor infantil y cuándo consultar
Aunque cada niño tiene su propio ritmo, hay hitos claves que funcionan de tope, por así decirlo. Podemos hablar de señales desarrollo motor en los niños retrasado, aunque será un experto quien, en conjunto, analice y diagnostique. En cualquier caso, ante estas, existe la necesidad de consultar con un especialista. Las más importantes incluyen:
- Retraso en el control de la cabeza (no sostiene firmemente hacia los 3-4 meses).
- No se voltea ni se desplaza después de los 7-8 meses.
- No se sienta sin apoyo después de los 9-10 meses.
- Mucha rigidez (hipertonía) o flacidez muscular (hipotonía).
- Movimientos asimétricos o apoyarse siempre sobre un mismo lado.
- No gatea ni muestra intención de desplazarse antes del año.
- No camina al cumplir los 18 meses.

¿Cuándo acudir al especialista?
Estas señales no son motivo de alarma inmediata, pero sí una razón para hacer una consulta preventiva, pues pueden derivar en inmadurez del desarrollo y afectar de manera importante poco más adelante. Un diagnóstico temprano puede marcar una gran diferencia para la intervención.
Si observas varias señales de alerta o movimientos anómalos, lo ideal es consultar con el pediatra. Según la evaluación, puede derivarte a un fisioterapeuta, neuropediatra o especialista en desarrollo infantil para un seguimiento más exhaustivo.
¿Cómo progresa el desarrollo motor? Las leyes que lo explican
Aquí es donde entran en juego las tres leyes del desarrollo humano: la ley céfalo-caudal, la ley próximo-distal y el gradiente general-específico. Estas explican por qué un bebé primero aprende a controlar la cabeza, luego el tronco y finalmente los pies; o por qué antes de escribir garabatea con todo el brazo.
Al final, todo está relacionado con nuestros órganos vitales. Nos desarrollamos con el cerebro como base, hacia abajo y hacia los extremos.
- Comenzamos con el cerebro y después se van desarrollando los órganos (y demás elementos), en dirección a los pies: corazón-pulmones-estómago… O, en el caso de la motricidad: en primer lugar se controla el movimiento de la cabeza y, por último, el de los dedos de los pies.
- Lo mismo ocurre desde nuestro núcleo, por así decirlo, hasta la parte más exterior. Primero damos capacidad a lo interno, que es vital y, después, «con la fuerza que nos queda», trabajamos lo «superfluo«: Cerebro-cráneo-piel… En desarrollo motor, vemos, por ejemplo, que el niño, con pocos meses, sabe dirigir su brazo hacia un juguete pero aún no sabe controlar la flexión de codo para hacer trazos.
- Exactamente igual es el caso de las aptitudes o habilidades. Primero se nos desarrolla lo esencial, las bases para sobrevivir y, después, los mecanismos que los mejoran o especializan: Visión-parpadeo. De nuevo en el dibujo, el niño comienza garabateando sin control, pues sólo puede mover el brazo completo y coger el lápiz con brusquedad. Después, capaz de controlar su antebrazo (y, más tarde aún, su muñeca), y sabiendo coger el lápiz en pinza, hará trazos controlados.
FAQ sobre el desarrollo motor infantil
¿Quieres saber más sobre cómo estimular el desarrollo motor de tu peque en cada etapa? No te pierdas nuestro próximo post con juegos, ejercicios y materiales recomendados.