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👉 Fuente: Yahoo Noticias
Un análisis reciente advierte que un número creciente de menores en España muestra niveles bajos de capacidad cardiorrespiratoria, un indicador clave del estado de salud presente y futuro. Los datos apuntan a una tendencia preocupante que podría influir en el riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas en la adolescencia y la edad adulta.
Una señal de alerta sobre el bienestar físico infantil
La capacidad cardiorrespiratoria (CCR) -que combina la eficiencia del sistema cardiovascular y pulmonar durante el ejercicio- es uno de los mejores predictores de salud a largo plazo. Este estudio sitúa a muchos niños españoles por debajo de los rangos óptimos, lo que sugiere que podrían estar acumulando factores de riesgo desde edades muy tempranas.
Entre las posibles causas, especialistas señalan sedentarismo creciente, más horas frente a pantallas y menor tiempo dedicado al juego activo o al deporte. La evidencia en desarrollo infantil subraya que el movimiento no es solo salud física: también contribuye al autocontrol, la regulación emocional y la calidad del sueño.
Contexto: por qué importa la capacidad cardiorrespiratoria en la infancia
Los organismos internacionales, como la OMS, consideran la CCR un marcador esencial en la prevención de enfermedades no transmisibles. Durante la etapa de 3 a 12 años, la plasticidad del organismo infantil es máxima, por lo que los hábitos adquiridos en casa y en la escuela tienen un impacto directo y duradero.
En términos educativos, la literatura científica apunta a una relación positiva entre actividad física y funciones ejecutivas (memoria de trabajo, atención, flexibilidad cognitiva), habilidades fundamentales para el aprendizaje.
Qué pueden hacer familias y educadores
Sin necesidad de cambios drásticos, pequeñas modificaciones en la rutina pueden marcar una gran diferencia para el bienestar infantil:
- Movimiento diario accesible. Paseos cortos, juegos de persecución, saltos, bici sin ruedines, baile. No es necesario “hacer deporte”, sino moverse más y a menudo.
- Equilibrio pantalla-actividad. Reducir tiempos prolongados en dispositivos e introducir “pausas activas” de 5–10 minutos de movimiento.
- Sueño adecuado. Dormir bien mejora la energía, la regulación del apetito y la disposición al juego activo.
- Alimentación que acompaña. Incluir frutas, verduras y alimentos frescos favorece la energía sostenida y un mejor rendimiento físico.
- Escuelas con movimiento. Profesores y centros educativos pueden incorporar micro-momentos de actividad y juegos cooperativos que no requieren equipamiento especial.
Recursos recomendados
- Recomendaciones mundiales sobre actividad física para la salud, Organización Mundial de la Salud.
- Actividad Física en la infancia y la adolescencia: Recomendaciones generales para menores de 5 a 17 años, Ministerio de Sanidad
