Elegir colchón para la cuna es, de los preparativos previos a la venida al mundo de tu bendición, de lo más importante.
No voy a negar que hay cosas obvias que también hay que tener en cuenta, como lo son los elementos para la alimentación y el aseo inminentes a la llegada a casa. Pero esta compra que estás a punto de realizar es determinante porque la decisión se extiende durante muchos meses. Además, durante las primeras semanas, tu hijo va a pasar 12 horas o más en la cuna, de manera que el colchón debe ser de máxima calidad e idoneidad para contribuir al correcto descanso y, con ello, al desarrollo del pequeño.
¿Qué debe ofrecer el colchón para la cuna de tu bebé?
Son cinco los puntos a la hora de comprar un colchón para la cuna que tendrás que tener en cuenta y que, si te dejas asesorar por un experto, te mencionará (o eso debería hacer, claro).
Tamaño
Realmente el tamaño no es tan importante, pues va en relación al tipo de cuna que vayas a usar. Los hay de minicuna o colecho, de cuna y de cuna-cama. Sus medidas son de 50 x 80 cm, 60 x 120 cm y 70 x 140 cm respectivamente.
Si compras una cuna convencional y un colchón que también lo es no vas a tener problema porque son medidas universales que casarán a la perfección. La cosa viene si te hacen una cuna personalizada (por ejemplo, la pides a un carpintero para que encaje en el mobiliario) o si quieres aprovechar un colchón en un tipo de cuna que ya tienes o adaptarlo a las diferentes cunas, por ejemplo. Esto va a estar más difícil.
Obviando lo anterior, lo importante es que decidas qué tipo de cama de descanso va a tener tu pequeño y, en arreglo a esta, elijas el tamaño correspondiente.
Y aunque no debería haber problema, antes de desempaquetarlo colócalo en la cuna en cuestión. Debe existir un espacio entre colchón y laterales de la cuna de 2 cm como máximo. De no ser así, mide y remide hasta dar con el problema y su correspondiente solución. Un espacio mayor permitiría que el bebé para quedar atrapado.

Firmeza en el colchón para la cuna
Aunque mantener el grado idóneo de firmeza en los colchones es algo ideal para cualquier persona, para los niños es mucho más importante, pues la osificación aún no se ha llevado a cabo y las malas posturas continuadas puedes llevar a problemas graves respecto a la posición e incluso la forma de los huesos.
Aunque de adultos tendemos a buscar el más duro, lo cierto es que para un recién nacido no es muy buena idea, pues su cabeza es tan frágil que puede sufrir demasiada presión. Presta tanta atención como puedas a esto porque demasiada firmeza puede terminar en plagiocefalia, que es el aplanamiento de la cabeza en la parte que apoya para dormir.
Igualmente, muy pronto tendrás que hacerte con una pequeña almohada de manera que será esta la que juegue el papel más importante al respecto de la cabecita del bebé. Esta será transpirable, blanda y de firmeza adaptable y con memoria para que se ajuste a la forma de la cabecita.

También hay modelos doble cara que por una cara son para bebé y por otra para niños un poquito más mayores.
Ojo porque no se recomiendan desde el nacimiento. Consulta a tu pediatra para considerar la situación particular de tu bebé.
Seguridad y confort
El diseño interior debe ser confortable para cuidar el cuerpecito del niño.
Así mismo, la construcción debe prevenir el sobrecalentamiento, que puede provocar lo que se conoce como «muerte súbita». Hay algunos que incluso cambian de color cuando su temperatura excede cierta graduación, generalmente los 38ºC.

Además, aunque durante los primeros meses no se moverá demasiado, sería ideal que el perímetro del colchón estuviese hecho en una costura blanda o que esta no se encontrase, de hecho, en la cara del colchón sino a mitad de su grosor.
También es importante que esté hecho con materiales hipoalergénicos. Hay modelos que incluso cuentan con tecnologías que filtran/exterminan sustancias perjudiciales o incluso se higienizan solos (estos certifican como productos sanitarios).
Higiene: ¿cómo mejora la higiene un colchón para la cuna?
En este aspecto, hay que buscar dos puntos clave.
El primero es que el colchón sea transpirable, al menos en sus primeros centímetros de grosor, los que quedan en contacto directo con el bebé. De este modo, aunque el niño sude o babee, se mantendrá seco. A su vez, se previenen los olores y la proliferación de bacterias.

A este respecto, también hay modelos de doble cara para cambiar en meses fríos y cálidos.
Y, en efecto, si has ido poniendo atención verás que todo lo anterior está íntimamente ligado con la salud de tu peque, algo que, hagas lo que hagas, siempre tienes que tener en mente. Para conseguirlo, está claro que tanto la construcción como los materiales empleados y las tecnologías incluidas deben armonizar.