Un desafío como este supone, como es normal, que, en ocasiones, nos equivoquemos. Y no debemos sentirnos mal por ello (¡bastante tenemos ya!). Pero lo que sí sería recomendable es saber cuáles son los errores durante la lactancia más frecuentes, de cara a poder corregir tantos como sea posible ¡y que este momento tan espectacular sea absolutamente positivo para mamá y bebé!
¿Cuáles son los errores durante la lactancia más comunes?
Aunque hay muchas «pequeñas cositas» que idealmente se podrían mejorar, existen ciertos errores durante la lactancia que son muy importantes y que te animo a que te grabes a fuego para no caer nunca en ellos.
Preocuparse por estar cierto tiempo amamantando
El primero de los errores durante la lactancia es estipular un tiempo para amamantar.
Una toma no dura 15, 20 0 45 minutos; pueden ser las tres opciones. No hay un tiempo exacto que se considere correcto. De hecho, si te fijas en lo que demanda el bebé, verás que ninguna toma es igual a otra, ni siquiera las primeras.
Y no sólo porque cada bebé es diferente sino porque a veces tendrá más hambre, otras, menos. Otras estará demasiado adormilado. En otros casos, la composición de la leche lo saciará antes y después…
Dar las tomas cada tiempo marcado
Es habitual que se aconseje, por expertos, o no tanto, que las tomas de un recién nacido se hagan cada 2 o 3 horas y que se vayan espaciando conforme este crezca. Sin embargo, esto no hay que seguirlo al pie de la letra, poniéndonos alarmas para que no se pase ni un minuto.

Es cierto que el bebé va a comer más o menos dentro de esa franja, pero no hay que estar condicionándolo a ello. Mientras coma lo suficiente, ¡sigue su ritmo!¡Deja que sea su cuerpo quien le pida comidita! Pecar de sobreprotección es, seguramente, el más habitual de los errores durante la lactancia.
Tienes que confiar en tu instinto. Y, si no te sirve, simplemente, en lo que ves. Si pones atención, sabrás si tu hijo tiene, o no, hambre, después de 3 horas de una toma.
Debes saber que la composición de la leche es variable incluso en el mismo día. Puede ocurrir, perfectamente, que una toma sea de leche que se digiera con mucha facilidad y el peque demande de nuevo mucho antes de lo que pensabas. También ocurre que los niños, a veces, buscan tu pecho sin tener hambre de verdad. Tranqui, son cosas que, con la práctica y fijándote muy bien, aprendes enseguida.
Dejar al bebé dormir de más
Eso sí, hay casos en los que los bebés en sus primeros días de vida son muy somnolientos; no se despiertan para comer en muchas horas. Esto tampoco debe permitirse, pues piensa que, en menor o mayor cantidad, el peque necesita alimentarse, su miniestomaguito obliga a que no pueda hacer demasiado ayuno.
De verdad que, contra natura, algunos se pasarían el día durmiendo y es necesario que, aunque no sean las 10-12 tomas recomendadas, se hagan bastantes. De hecho, es mejor pecar de más que de menos, por varios motivos que van más allá de que el niño coma lo suficiente.
Por otro lado está la noche. ¡Es tan difícil levantarse y darle de mamar sin que lo pida!¡Estamos agotadas! Pero debemos hacerlo, especialmente cuanto más pequeño es y cuando se aproximan las crisis de lactancia.
Estas son muy necesarias, entre otras cosas, para producir más leche. Y créeme que aunque ahora puede que pienses que no lo necesitas, ¡lo agradecerás!¡Mejor tener de más que de menos!
Mantener el dolor de pechos
Durante el período de lactancia, el pecho no duele. Ni mientras amamantas ni a lo largo del día o la noche. Si esto ocurre es porque se está produciendo o gestando algo indebido a lo que hay que poner atención y control.

Son famosos los pezones agrietados, pero lo cierto es que no resultan tan comunes y, de nuevo, no es una situación que deba darse si la lactancia es correcta. ¿Por qué? Además de que es incómodo e insalubre, se convierte en un motivo habitual de abandono de la práctica de amamantamiento. De hecho, usar cremas para pezones agrietados podría ser contraproducente, pues mantiene la herida húmeda, retrasando que sane y, o bien debes limpiarte el producto con tesón (lo cual duele) antes de amamantar o el peque podría intoxicarse.
El cuadro se da, generalmente, por una mala técnica de agarre (que tiene su miga, ¡no te creas!). El bebé se engancha mucho al pezón y poco o nada a la areola. Alternar la postura (ojo porque para cada tipo de pecho y pezón es más conveniente una u otra) y, por supuesto, verificar el correcto agarre servirán tanto para prevenir como para que el pezón deje de sufrir y se vaya recuperando. Otro motivo, aunque mucho menos habitual, es que el niño tenga el frenillo corto.
Estos pueden llevar a padecer mastitis, que es la inflamación de los senos acompañada de dolor. Se daría porque, a través de las grietas se colaría alguna bacteria (generalmente, con fiebre).
Sin embargo, la hinchazón no se da siempre por infección. Puede ocurrir que se obstruyan los conductos mamarios en un fenómeno que se conoce como ingurgitación (una inflamación vascular). En este caso, el frío local te ayudará.
En cualquier caso, la situación debe tratarse con rapidez y nunca «aguantar un poco más».
Consiguiendo un buen agarre y con unas pautas de higiene correctas, que incluyan el uso del sacaleches para vaciar la mama si es necesario, el dolor no debería existir.
Pesar al bebé para saber cuánto ha comido
¿Nunca se te ha ocurrido?¡Es algo que pasa mucho! Pesar al niño antes y después de la toma para comprobar si hay comido lo suficiente.
Si tu bebé no ha nacido con peso bajo y está sano, esto es totalmente desaconsejado. ¿Por qué? Hay muchísimos motivos.
- Lo lógico es que, si no se presentan problemas, el niño coma bien. Entonces… ¿para qué?
- Precisamente por la composición de la leche es posible que tu peque coma mucho o poco, lo cual se reflejará en el peso y podría alarmarte, cuando no debe. No debe pesar X gramos más tras cada toma.
- Puede hacer pipí, retener mucho gases y que se den otras situaciones que cambien drásticamente el peso del pequeño. ¿Te imaginas que lo pesas tras darle el pecho y pesa menos?
- Lo más fiable sería hacerlo justo al terminar la toma y, en ese momento, no es bueno que el niño esté para arriba y para abajo; tiene que reposar y sacar los gases. Más movimiento de la cuenta causará regurgitaciones o incluso vómitos totalmente innecesarios. Y justo antes seguro que tiene hambre, no ganas de que lo peses. En definitiva, es perjudicial para él.
Si quieres saber si el niño come lo que debe, revisa su pañal. Debe mojar 8, al menos, los primeros días, para ir reduciendo conforme crece. En cuanto a caca, de muy bebé hará puede que 3 o 4 veces por día y después, igualmente, reducirá el número. Lo importante es que tanto si solo hace una diaria como si son más, sea algo regular, es decir, que todos los días, o casi, haga lo mismo y que, cuando difiera, no sea demasiado.
Además, tendrás que ir pesándolo semanalmente, por lo que, si las cifras salen de lo normal, lo tendrás controlado.
Complementar la toma

Muy habitual en madres primerizas, especialmente durante los primeros días, es el dar leche de fórmula cuando el bebé se suelta del pecho pero no se adormita, «por si acaso». O precisamente porque no para de pedir (el primer y tercer mes especialmente), y tememos que se esté quedando con hambre.
No te preocupes tanto porque lo normal es que tu peque no tenga más hambre tras su toma. De todas formas, estando al tanto de la cantidad de tomas diarias, de los pañales que ensucia y de cómo coja peso, sabrás perfectamente si el niño está bien alimentado o no.
De todas formas, si tienes esa impresión, debes saber que cuanto más amamantes a tu peque, más leche producirás. Este es un mecanismo natural para que el cuerpo atienda a la demanda de leche, que es mayor cuanto más veces te lo pones a mamar.
Y en caso de duda, debes acudir a consulta para que sea un profesional quien determine si es necesario completar la toma o incluso pasar, directamente, a la lactancia artificial.
Dar sólo un pecho
Cerramos el post sobre errores durante la lactancia con uno que causa controversia: se opta por dar solamente un pecho en cada toma. Bien porque hemos vaciado el otro con el sacaleches, bien por no molestar al pequeño moviéndolo, por dolor, porque el seno está demasiado duro o blando… O por cualquier otra cosa.
La composición cambiante de la leche hace que la que se genera en el rato previo a la toma sea la mejor para el bebé. Obviamente, cuanto más pequeño es, más diferencia existe, pues la composición se modifica constantemente para atender unas necesidades que resultan cambiantes cada día. Así, dar un poco de cada pecho servirá para que el niño «no se deje parte de esa leche especialmente producida».
Quiero indicar que no es malo dar una leche que se haya producido horas antes (por ejemplo, cuando dejamos biberones con leche materna a los cuidadores o para las tomas nocturnas). Sin embargo, es mejor que en cada toma el bebé mame la leche que acabas de producirle.
Dicho esto, hay otros motivos por los que tampoco deberías abusar de esta práctica.
- Debes vaciar el pecho lo suficiente para que no te moleste o para que no rebose (desagradable pero, como hemos visto, posible motivo de infección).
- La succión constante hace que el pecho genere más leche.
- Una misma postura puede viciar el cuello o la cabecita del bebé. Por supuesto, también puede llegar a ser incómodo para ti.
¿Qué errores durante la lactancia crees que cometiste tú?¿Cómo los solucionaste?