👉 Fuente: Cadena SER
Más de 400 estudiantes de Secundaria y Bachillerato participan en una experiencia que combina biología, química, física y pensamiento crítico.
El proyecto educativo Forensic Science, impulsado por el Ayuntamiento de Bilbao y varias entidades científicas, ha reunido a 18 centros educativos para resolver un crimen ficticio aplicando técnicas propias de la investigación forense. Durante tres días, el alumnado analiza huellas dactilares, ADN, fibras textiles, pH de sustancias y reconstrucción de escenarios. La propuesta busca fomentar vocaciones científicas desde un enfoque práctico y lúdico, dentro de la estrategia municipal de impulso a la educación STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas).
Para ello, analizan huellas dactilares, restos de ADN en objetos cotidianos, fibras textiles y pH de líquidos encontrados en la “escena del crimen”. También recrean trayectorias de objetos, observan con microscopio digital y elaboran un informe final de conclusiones que debe presentarse ante un jurado compuesto por científicos y profesorado universitario. La propuesta busca fomentar vocaciones científicas desde un enfoque práctico, lúdico y colaborativo, dentro de la estrategia municipal de impulso a la educación STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas).
El evento se celebra en el Azkuna Zentroa y cuenta con la colaboración de Elhuyar Zientzia, Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y Basque BioCluster, entre otros organismos. El profesorado participante destaca el valor de “aprender resolviendo problemas reales”, mientras que los estudiantes reconocen que “comprender cómo trabaja un laboratorio da sentido a lo aprendido en clase”.
Desde un punto de vista pedagógico, Forensic Science ejemplifica el potencial de las metodologías basadas en proyectos (ABP) y en el aprendizaje por indagación, pilares del enfoque STEAM.
Recordemos que este tipo de experiencias fortalece el pensamiento lógico, la creatividad y la autonomía intelectual, especialmente entre los 13 y 17 años, cuando el alumnado comienza a integrar los contenidos científicos con intereses personales y vocacionales. En esta etapa —lo que Piaget denominaría el inicio del pensamiento formal— los jóvenes desarrollan la capacidad de formular hipótesis, inferir consecuencias y razonar de forma abstracta. Por eso, resolver un “caso científico” no solo estimula la curiosidad, sino también competencias metacognitivas y de autorregulación: planificar, comprobar resultados, corregir errores y comunicar hallazgos.
Además, el trabajo cooperativo propio del modelo ABP potencia habilidades socioemocionales (empatía, escucha activa, liderazgo compartido) y refuerza el sentido de pertenencia al grupo, un factor clave para la motivación académica durante la adolescencia media.
Recursos y metodologías complementarias
- Guía “Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) en Secundaria”,Ministerio de Educación y Formación Profesional.
- Science Education for Responsible Citizenship, Comisión Europea.
- Marco competencial STEAM Euskadi, Dto. Educación del gobierno vasco.