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👉 Fuente: Mongabay News
Un reciente conjunto de estudios alerta de que el humo de los incendios forestales no sólo daña los pulmones de los adultos: los niños sufren de forma especialmente grave sus efectos sobre la respiración, el desarrollo y el bienestar global.
Por qué los niños corren más riesgos
El humo generado por incendios forestales contiene una mezcla de gases y partículas muy finas -conocidas como PM2,5- que pueden viajar a muchos kilómetros de distancia. Estas partículas penetran profundamente en el sistema respiratorio y también pueden pasar al torrente sanguíneo.
Los niños son particularmente vulnerables por varias razones: sus pulmones y vías respiratorias aún están en desarrollo, respiran más aire por kilo de peso que los adultos y son frecuentemente más activos al aire libre.
Entre los efectos inmediatos del humo están la irritación de ojos, nariz y garganta; tos; dificultad para respirar; aumento de ataques de asma; y malestar general.
A medio y largo plazo, la exposición repetida puede agravar enfermedades crónicas, debilitar el sistema respiratorio, aumentar el riesgo de alergias y, según algunas investigaciones, tener efectos sobre el sistema cardiovascular.
Lo que significa para familias y comunidades
Este problema actual debe alertar a familias, escuelas y responsables de salud pública: aunque la llama del fuego desaparezca, el humo y sus efectos pueden persistir. Las decisiones de salir al exterior, la ventilación de las viviendas o el uso de filtros de aire pueden marcar la diferencia en la salud de los más pequeños.
Además, en un contexto de cambio climático -que incrementa la frecuencia e intensidad de los incendios forestales- la prevención ambiental se vuelve un asunto urgente que impacta directamente a la infancia.
Qué pueden hacer familias para proteger a los niños
Cuando haya incendios o alerta de humo:
- Mantener a los niños en interiores el mayor tiempo posible.
- Cerrar puertas y ventanas; si hay purificador de aire, usarlo, o al menos un filtro de aire si se dispone.
- Evitar ejercicio físico al aire libre o actividades intensas.
- Si hay síntomas (tos, irritación, dificultad respiratoria), acudir al pediatra.
- Vigilar especialmente a bebés, niños pequeños, quienes tienen asma o enfermedades respiratorias previas.
Si la exposición se prolonga, también es recomendable reducir otras fuentes de contaminación en casa (tabaco, velas de parafina, aerosoles) y mantener una hidratación adecuada.
Una llamada a la prevención y la salud infantil
El humo de incendios forestales nos recuerda que los desafíos ambientales son desafíos de salud — y que muchas veces los más vulnerables somos los niños. Integrar la protección del medio ambiente con el cuidado infantil y la salud pública no es una opción: es una responsabilidad colectiva.
Más que reaccionar ante emergencias, lo ideal es construir comunidades, políticas y hogares preparados. Así reducimos riesgos y cuidamos a quienes más dependen de nosotros.
Recursos adicionales
- Safe from Wildfire Smoke, UNICEF.
- Children’s Health and Wildfires: A Resource for Families, Air Now.
- Protect Children from Wildfires, Smoke, and Volcanic Ash, Agencia de Protección Ambiental de EE. UU.
