👉 Fuente: Infobae
Los recientes descubrimientos sobre el cerebro infantil desaconsejan los métodos disciplinarios basados en castigos o recompensas. La clave para el desarrollo emocional y el aprendizaje es la coregulación y el vínculo empático.
La crianza y la disciplina están viviendo un cambio de paradigma impulsado por los avances en neurociencia.
Los modelos conductistas tradicionales, centrados en el control externo a través de la inmediatez del castigo o la recompensa, están cediendo su lugar a enfoques que priorizan la conexión emocional y la autorregulación interna del niño. Entender el cerebro en desarrollo no es solo conocimiento académico, sino una hoja de ruta práctica para padres y educadores.
Los descubrimientos sobre el cerebro en desarrollo han derribado viejas fórmulas disciplinarias, demostrando que los métodos que causan miedo o vergüenza activan el sistema de estrés, inhibiendo las áreas responsables del aprendizaje. La ciencia invita a madres, padres y educadores a repensar estrategias y a poner en primer plano el impacto duradero que la empatía y la regulación emocional pueden tener en la vida de los niños.
La coregulación como entrenamiento cerebral
El cerebro de un niño, especialmente en sus primeros años, es un órgano plástico en plena fase de cableado. Las rabietas, el llanto o los desafíos conductuales son, a menudo, indicadores de que el menor ha entrado en un estado de desregulación donde su corteza prefrontal (la parte responsable del control y la lógica) se ha desconectado momentáneamente.
Aquí es donde entra en juego la coregulación: la capacidad del adulto de mantenerse sereno y acompañar empáticamente la emoción del niño.
Al validar el sentimiento («Veo que estás muy enfadado porque se cayó tu torre») y ofrecer una presencia calmada, el adulto actúa como un «regulador externo». Esto permite que el sistema nervioso del niño vuelva lentamente al equilibrio.
La coregulación es esencialmente un entrenamiento para que el niño, con el tiempo, interiorice la capacidad de autorregulación, una habilidad clave para el éxito personal y académico.
Si se desata una rabieta en el supermercado, por ejemplo, lo aconsejable es que el adulto respire, permanezca cerca y valide la emoción, en lugar de retirar un privilegio o imponer un castigo, que no contemplan esta necesidad fundamental para el desarrollo cerebral.
El vínculo de apego como facilitador del aprendizaje
La neurociencia enfatiza que la calidad de la relación de apego modula positiva o negativamente las conexiones neuronales. Un entorno seguro, donde el niño siente conexión y seguridad, es el caldo de cultivo para un desarrollo cerebral sano, permitiendo que el niño pase del «modo supervivencia» al «modo desarrollo».
Además, el principio de motivación es fundamental, pues funciona como un facilitador de la neuroplasticidad y el aprendizaje. El interés debe partir de las niñas y los niños, y el adulto debe ser un observador empático que guía y potencia esos intereses, en lugar de un controlador que impone conocimiento estático.
El cerebro se desarrolla de forma gradual, y las exigencias deben ser acordes a la etapa en que se encuentren los pequeños. Comprender la neurociencia es entender al ser humano y las etapas de su desarrollo, un conocimiento que podemos usar a nuestro favor para transformar la disciplina en una oportunidad de conexión y crecimiento.
Recursos y metodologías complementarias
- Guía del NIMH para la salud mental de los niños y adolescentes, Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH).
- Cerebros en desarrollo: neurociencia y crianza, Editorial CEPE.
