El sueño es un proceso biopsicosocial, repleto de factores que lo condicionan. Si tu niño no duerme bien seguro que hay varios elementos que están dificultándolo y de esos vamos a hablar hoy para intentar ayudarte.
Es esencial que el bebé duerma bien porque en cada fase del sueño se desarrollan y regeneran unas y otras partes de nuestro organismo. No sólo es dormir mucho sino, por encima d todo, bien. Ni qué decir tiene que es durante el sueño que se da la hormona del crecimiento, es decir, es cuando verdaderamente nuestro peque crece.
Factor evolutivo
En nuestro cerebro tenemos un «reloj» que se encarga de decirnos cuándo dormir y cuándo despertarnos. Como el que conocemos, tiene 24 horas, lo que hace que el niño funcione según el ritmo circadiano.
Sin embargo, en el caso de los recién nacidos, y también de acuerdo a sus necesidades, este todavía no funciona así sino que se mueve por ciclos cortos que duran entre 2 y 4 horas, lo justo para que se despierte a alimentarse una media horita. No diferencia entre día y noche y el cómputo total de horas que duerme el más peque es de más de 16 horas.
Esto se va reduciendo rápidamente según la edad y es a partir de los 3 o 4 meses que el ritmo circadiano entra bien en juego. Con ello, cada vez se ve más capacitado para funcionar a nuestro ritmo. Notaremos mucha diferencia a los 6/7 meses, pero en muchos niños no es así.
A esta edad y hasta el año el peque ya debe estar preparado para dormir de 8 de la noche a 8 de la mañana con pequeños microdespertares. De día, se hará, lógicamente, unas siestas pequeñas para dormir todo lo que necesita por su momento evolutivo.
Para que el reloj funcione el cerebro debe fijarse en los elementos externos que se dan y repiten día a día.

En este aspecto, el factor principal es la luz. Con luz, nuestro cerebro sabe que es de día y que tenemos que estar despiertos, alerta, activos. En penumbra, nuestro cerebro nos dice que hay muchas horas de relajación, que podemos relajarnos y dormir más horas seguidas, sabiendo que no habrá alertas.
En el neonato, el reloj no es maduro, no conoce cuándo dormir y cuándo no. De hecho, en nuestro útero duerme a placer hasta casi el final del embarazo. Sólo en las últimas semanas el niño se sincroniza poco a poco con la mamá (cuando ya tiene más capacidad). Por este motivo, dicho sea de paso, es tan importante que durmamos bien, por la noche y completando las fases del sueño; a fin de cuentas, es lo que estamos enseñando a que haga nuestro peque.
Proceso homeostático que hace que el niño no duerme bien
Esto es tan sencillo como que cuanto más tiempo estamos despiertos, más sueño tenemos. O dicho de otro modo, si más dormimos menos sueños tenemos. Estamos más descansados y no le damos tiempo al cerebro para fabricar la presión de sueño.
- Vigila cuánto duran las siestas y no permitas que sean demasiado largas si el niño no duerme bien. De ser así, el bebé no querrá dormir, no podrá conciliar el sueño de manera natural.
- Del mismo modo, ten en cuenta a qué hora las hace.
- Si falla una siesta adelanta la rutina nocturna en lugar de atrasar la siesta que se ha perdido.
- Un bebé de más de 6 meses tiene una entrada en sueño a las 20 o 20.30 horas. Si no se duerme a esta hora le costará más, la alerta se eleva.
- Por tanto, procura que el niño haya hecho todo lo necesario a esta hora para poder relajarlo.
Factores ambientales y sociales
Existen cuatro elementos que son de vigilia: la luz, el ruido, la actividad y la alimentación. Estos deben conocerse, explotarse y respetarse para que todo lo ocurrido en este tiempo, no pase a la hora de dormir y puedan estar tranquilos y descansar.
Si un niño que ya pasa el medio año (como hemos visto) no termina de ir adecuándose al ritmo evolutivo y sigue despertándose mucho y durmiendo en períodos muy cortos, seremos nosotros como agentes estimuladores quienes deberemos enseñar al bebé a dormir cuando corresponde.
Alimentación
Ya hemos visto que a partir de los 7 meses debería dormir casi toda la noche y echarse tres siestas, dos cortas tras desayuno y cena y una más larga después de la comida. La alimentación ya no es tan a demanda y debemos comenzar con las rutinas de comida para ayudar a que el reloj interno se adapte mejor, pues comer y dormir van unidos.
De día, despiertos y en activo, comemos. Pero es importante que por la noche consigamos que nuestro bebé deje de alimentarse. Ello se facilita conforme crecen porque el tamaño del estómago es mayor.
Pero existen cositas que podemos hacer para ayudar a que se dé esta situación.

- No dejar que el niño se quede dormido mientras come, ya sea si le damos pecho o biberón. Siendo así, se despertará hambriento un rato después. Para ello, debemos estimularlo, suavemente, para que se mantenga despierto.
Así, comerá más durante el día, se saciará y aguantará por la noche. Ni qué decir tiene que no debemos obligarlo a comer (mucho menos darle más de lo necesario para «amodorrarlo»); la idea es que se acostumbre naturalmente y sin que se dé cuenta a comer exactamente lo que le corresponde.
- Dar al niño los alimentos que le corresponden por edad y momento del día. Esto sirve para que su organismo trabaje como corresponde en cada momento, incluyendo estar más relajado y capacitado para dormir y para metabolizar la comida. Por ejemplo, la papilla de cereales a última hora lo saciará mucho y hará que no tenga hambre hasta pasadas varias horas; así, sería ideal como cena.
- Ir alargando el tiempo de entretomas para que, cuando demos de comer, tomen más cantidad. Esto es, no le des una merienda copiosa para que llegue a la hora de la cena hambriento y tome todo lo que corresponde para quedar lleno y dormir agustito.
Luz, ruido y actividad
Estas van muy unidas.
- Tendremos que hacer lo posible para que el espacio donde el bebé se encuentra demuestre que es de día o de noche. Eso lo conseguimos, a groso modo, cesando la actividad y el ruido a horas nocturnas y reduciendo la luz y haciendo vida normal cuando es de día.
- Dejarlos despiertos en la cuna servirá para que aprendan a iniciar el sueño por sí mismos. Esto implica que son conscientes de ese reloj y en los microdespertares son capaces de realizar el cambio de ciclo de sueño, uniéndolos. Además, deben aprender que dormir no está ligado al adulto sino que es algo que tiene que hacer por sí mismo.
No van a dormir siempre del tirón, está claro, pero sí se despertarán sin recurrir al llanto y, en unos minutos, volverán a dormirse ellos solos.
No debería ser un problema si el reloj del niño va funcionando bien y, como decimos, empieza a reconocer el momento del descanso.
Ten en cuenta los momentos de vigilia-actividad. Ciertamente, un recién nacido no puede hacer demasiado pero cada día que pasa es más capaz. Busca ejercicios para estimularlo, para que se mueva. Esto es, no dejes que, aunque esté despierto, sea un elemento inactivo, pasivo. Debes aprovechar esos minutos que está despierto para que haga lo que le corresponda y «se canse».

Juego, masajes, ejercicios… Todo cuenta y ayuda a que, minutos después, el niño duerma como corresponde.
Otros tips para tratar con un niño que no duerme bien
Durante los microdespertares nocturnos que se vayan dando (normales pero que deben ser menores cada vez):
- No cojas al niño en brazos.
- No lo acuestes contigo.
- Quédate a su lado tranquilizándolo.
- No le des pecho para relajarlo.
- Intenta que toda interacción con el niño sea lo menos íntima posible; debe sentir que estás ahí pero no ser su elemento de apego para el sueño. A mayor edad más contraproducente es el contacto directo.
- Asegúrate de que tiene su espacio de sueño. Nuestro ritmo de vida e incluso nuestros movimientos en la cama lo van a molestar/despertar.
- No dejes que se te duerma en brazos. Además de no perder la costumbre, es muy probable que al echarlo a la cuna se despierte por el cambio de condiciones. Piensa que él quiere el calor, que lo apretujes y lo mezas como cuando estaba en el útero. En el momento en que dejas de hacerlo salta la alarma y vuelve a despertarse. Tenemos que quitar este mal hábito cuanto antes.
Recuerda que si tu niño no duerme bien, debe aprender que el sueño debe cogerlo él solo y todo lo anterior lo confundirá.
Por otro lado, piensa que es normal que los niños pequeños se despierten a deshoras y, por unos u otros aspectos, temporales o no, tengan más o menos dependencia y capacidad para dormir. Lo importante es que la cosa no vaya a peor sino que el sueño se alarga cada vez, aunque vayamos dando pasos muy cortitos. Puede que pienses que el niño no duerme bien y, simplemente, esté adecuándose despacio a la nueva vida.