Aunque en principio parece obvio, preguntarse cuáles son los objetivos de los hábitos en la infancia es importante. Y es que más allá de convertirnos en personas más autónomas en las destrezas que se aprenden para cada, uno, existen objetivos comunes a todos los hábitos, los cuales, a su vez, potencian otros aspectos del desarrollo.
¿Cuáles son los objetivos de los hábitos correctos desde que somos pequeños?
El aprendizaje de hábitos supone, además de los beneficios intrínsecos de cada actuación, la madurez del pequeño a nivel personal y social.
Madurez personal
Diferenciamos:
- Cognitiva. Las conductas se deben interiorizar como situaciones con significado, dentro del contexto cultural y de acuerdo a los criterios transmitidos por los adultos.
- Emocional. Se busca favorecer la visión objetiva de las propias capacidades ya que las actitudes son importantes en el inicio del aprendizaje así como para afrontar las exigencias del entorno. Así, el niño comprende a los demás y regula sus acciones adaptándolas a la dinámica de grupo.
Madurez social
Tenemos:
- Relaciones interpersonales. La familia es el primer contexto en el que el niño va a interactuar. Por ello, es esencial que esta enseñe con determinación, sin dudas, habiendo establecido un plan previo de actuación.
A su vez, es un momento perfecto para que el peque aprenda a interactuar tanto con adultos como con otros niños (hermanos).
Existen situaciones muy variadas que determinarán diferentes tratos hacia el niño: controlado, sobreprotegido, incontrolado, autónomo… Así, la figura de autoridad es importantísima para que el niño se convierta en una persona capaz.
- Valores sociales. Se debe introducir y trabajar a la vez y de manera relacionada una escala de valores que fundamenta la adquisición de hábitos. Estos son personales, grupales, morales y sociales.

¿Dónde radica la importancia de la adquisición de hábitos?
Visto lo anterior, queda de manifiesto que aprender a hacer las cosas rutinarias de manera automatizada, es decir, «coger la costumbre», desarrollar el hábito verdadero, va mucho más allá de poder hacer algo sin esfuerzo.
La madurez del individuo en diferentes facetas, además de las que se desarrollan persé aumenta comportando un beneficio tanto para seguir adquiriendo nuevos hábitos como en otros aspectos del desarrollo. Estos se trabajan a raíz de las competencias adquiridas en los procesos madurativos que acabamos de ver, creándose un ciclo tipo bola de nieve en el que el pequeño no deja de crecer interiormente.