Todos los niños, antes o después, se enfrentan a situaciones que no salen como esperaban: perder un juego, equivocarse, tener que esperar o no conseguir lo que desean. Y con ello, aparece una emoción tan habitual como compleja: la frustración. No siempre saben cómo manejarla, y muchas veces tampoco nosotros sabemos cómo acompañarles. ¡Pero para eso están esos recursos!
Recuerdo perfectamente cuando mi hijo, con apenas cuatro años, rompió a llorar de pura rabia al no poder montar un puzzle. En ese momento entendí algo importante: no se trata de evitar la frustración, sino de ayudarles a transitarla. Enseñar a gestionarla con calma y empatía es una de las habilidades emocionales más valiosas que podemos cultivar desde la infancia.
Con este post quiero ofrecerte una guía práctica, completa y sensible con recursos para trabajar la frustración en niños desde casa, en el aula o en consulta. Incluye ejemplos reales, ideas para diferentes edades, juegos, cuentos, estrategias adaptadas a niños con necesidades especiales…
Porque cuando un niño aprende a tolerar la frustración sin miedo, también aprende a confiar en sí mismo y en quienes le acompañan.
Índice de contenidos
- ¿Qué es la frustración y por qué es importante trabajarla?
- Cuentos para la frustración infantil
- Juegos simbólicos y role-play
- Herramientas visuales y emocionales
- Técnicas de respiración y mindfulness
- Recursos digitales y apps
- Etapas clave: cómo aparece la frustración según la edad
- Preguntas frecuentes
¿Qué es la frustración y por qué es importante trabajarla desde pequeños?
La frustración es una emoción que aparece, de manera natural, cuando algo no sale como esperamos: un objetivo no se cumple, un deseo no se satisface o simplemente nos encontramos con un límite que condiciona nuestra actuación o los resultados. En la infancia, esta emoción es especialmente frecuente porque los niños aún están aprendiendo a regular sus impulsos, aceptar normas y manejar la espera.
Por ejemplo, cuando mi hijo tenía 2 años, se enfadaba muchísimo cada vez que no lograba encajar una pieza en el cubo de formas. A veces (muchas) acababa lanzándola al suelo, frustrado. En ese momento me costaba entenderlo, pero con el tiempo comprendí que no era solo por la pieza: era la sensación de no poder, de fallar en algo que deseaba lograr, incluso el hecho de no haber conseguido algo que hace que las figuras de apego aplauden. Y eso, en esencia, es frustración.
Aunque puede manifestarse con rabietas, llanto o incluso conductas agresivas, es importante no reprimirla ni temerla. La clave está en acompañar al niño para que entienda que sentirse así es normal… y que puede aprender a gestionarlo sin estragos.
Trabajar la frustración desde la infancia tiene un impacto muy positivo en el desarrollo emocional y social de los más pequeños. Entre otros beneficios, les ayuda a desarrollar:
- Resiliencia, para seguir adelante aunque algo no salga bien a la primera.
- Autocontrol, para canalizar la emoción sin explosiones.

- Motivación interna, que les impulsa a intentarlo de nuevo.
- Capacidad para resolver problemas, buscando alternativas por sí mismos.
- Habilidades sociales, al reducir los conflictos y mejorar la convivencia.
- Y quizás lo más importante: una sana autoestima, porque aprenden que fallar no les hace menos valiosos, sino más fuertes.
No se trata de evitar la situación (no tenemos control absoluto del universo), sino de enseñarles a gestionarla con naturalidad, calma y empatía, siempre buscando aprender de la experiencia.
Para ello tienes muchísimas opciones. Descubre a continuación todos los recursos para trabajar la frustración en niños desde una edad muy temprana.
Recursos para trabajar las emociones: Cuentos para la frustración infantil
Los cuentos son una herramienta maravillosa para acompañar las emociones difíciles (y para muchísimas cosas más). Permiten a los niños verse reflejados en los personajes, comprender lo que sienten desde una distancia segura, con perspectiva, y encontrar palabras -o imágenes- para lo que a veces no saben expresar.
Aquí te comparto tres títulos que hemos usado en casa, junto con ideas prácticas para sacarles el máximo partido.
🟡 El monstruo de colores, de Anna Llenas
Edad recomendada: A partir de 3 años.
Temas: Identificación emocional, lenguaje visual, frustración y otras emociones.
Este clásico ayuda a poner color y orden a las emociones, incluyendo la frustración. Es especialmente útil con niños pequeños o con dificultades del lenguaje. En mi caso, lo trabajé con mi sobrino con síndrome de Down: usábamos los colores para señalar cómo se sentía ese día, y poco a poco empezó a identificar la frustración con el color rojo. Después, cuando nació mi peque, lo heredé prácticamente a la fuerza; me parece un infaltable.
💡 Tip práctico: Puedes imprimir pictogramas y actividades desde la web oficial de Anna Llenas, ideales para trabajar también con niños autistas o no verbales.
🔴 Cuando estoy enfadado, de Trace Moroney
Edad recomendada: Desde 4 años.
Temas: Validación del enfado, expresión emocional, alternativas conductuales.
Este libro fue clave en casa para ayudar a mi hijo a entender que enfadarse no es malo, pero sí podemos aprender qué hacer con ese enfado. Gracias a él, empezamos a practicar juntos ejercicios de respiración cuando “la rabia subía”.
💡 Tip práctico: Leerlo con un muñeco que represente la emoción ayuda mucho a dramatizar y practicar qué hacer en situaciones de frustración.
💡 Tip práctico: Es especialmente útil para niños con dificultades de autorregulación.
🐺 Voy a comerte, de Jean-Marc Derouen
Edad recomendada: Desde 4 o 5 años.
Temas: Gestión de conflictos, autocontrol, humor como estrategia emocional.
Un cuento con mucho humor que muestra cómo resolver un conflicto sin perder el control. Ideal para niños que tienden a reaccionar con rabia o gritos ante la frustración, y necesitan reírse un poco de esas situaciones.
💡 Tip práctico: Puedes teatralizarlo con muñecos o disfraces. Hacer role-play de las escenas les ayuda a interiorizar estrategias desde el juego.
Recursos para trabajar la frustración infantil: Juegos simbólicos y role-play
El juego es el lenguaje natural de los niños, y usarlo para representar situaciones frustrantes es una de las herramientas más poderosas para ayudarles a comprender, canalizar e incluso anticipar sus emociones.
A través del juego simbólico o el role-play, los niños no solo se divierten, sino que ensayan cómo actuar ante un “no”, cómo resolver un problema o cómo esperar su turno sin perder la calma. Aquí te dejo algunas ideas prácticas que hemos usado en casa (¡y que funcionan!)
🦸♂️ Juegos con muñecos de acción o figuras

Perfectos para peques que prefieren jugar con objetos antes que hablar. A través de los muñecos pueden proyectar sus emociones y explorar soluciones sin sentirse juzgados.
🧸 Juego de turnos con muñecos o disfraces
Ideal para enseñar a esperar, desarrollar paciencia y respetar tiempos.
Si tu peque tiene dificultades de atención o es muy impulsivo (como le pasaba al mío con 3 años), usar temporizadores visuales como relojes de arena o apps puede marcar una gran diferencia. Ver cómo se agota el tiempo le ayudaba a mantenerse tranquilo mientras esperaba su turno.
🧩 Representar escenas cotidianas
Simular que un personaje pierde un concurso, no puede abrir un bote o rompe algo sin querer les ayuda a practicar cómo reaccionar sin explotar.
Con niños con autismo o dificultades en la expresión verbal, puedes usar guiones sencillos o tarjetas con pictogramas para representar la situación y sus posibles respuestas.
En resumen: jugar a frustrarse en un entorno seguro les da herramientas reales para cuando la emoción aparece de verdad. Es como si ensayaran su papel… antes de que empiece la función.
Ideas prácticas:
- Jugar a que un personaje no consigue lo que quiere y debe encontrar una alternativa (por ejemplo, un muñeco que quiere jugar con un juguete que otro está usando).
- Hacer turnos con muñecos o disfraces para practicar la espera, una fuente común de frustración. Para niños con dificultades de atención o hiperactividad, usar temporizadores visuales (como relojes de arena o apps) es muy efectivo.
- Representar escenas cotidianas: perder un concurso, no poder abrir un bote o romper algo sin querer. Esto ayuda a ensayar soluciones y a practicar la paciencia.
Recursos para trabajar la frustración en niños: Herramientas visuales y emocionales
Contar con recursos tangibles es clave para ayudar a los niños a expresar lo que sienten, especialmente cuando aún no tienen las palabras. Estos apoyos visuales pueden colocarse en casa o en el aula y usarse como “muletas emocionales” en momentos de frustración.
Aquí tienes tres herramientas que usamos mucho en casa y que también recomiendo como educadora infantil:
🎨 Ruedas de las emociones
Para qué sirven: Ayudan a identificar y poner nombre a lo que sienten.
Dónde ponerlas: En la nevera, la habitación o el rincón de la calma.
Tip extra: Para niños con autismo o dificultades comunicativas, puedes usar ruedas con pictogramas como los de ARASAAC.
Consejo práctico: Imprímelas en cartulina, plastifícalas y pega un clip para señalar la emoción del día.
🧩 Tarjetas de soluciones
Qué son: Pictogramas o dibujos que ofrecen alternativas claras para gestionar la frustración: respirar, pedir ayuda, contar hasta 10, hacer una pausa, etc.
Cómo se usan: Cuando el niño se empieza a frustrar, puede elegir una tarjeta como guía para actuar. Pueden ir imantadas a la nevera o a una pizarra magnética en su rincón de pensar, con una cuerdecita para que las cuelgue, etc.
Ejemplo real: Mi sobrina con TDAH tiene una tarjeta de “hacer un descanso” que usa como señal no verbal para detenerse antes de que la emoción se dispare.
🧪 Frascos de la calma (botellas sensoriales)
Qué son: Botellas con agua, purpurina y otros elementos que se agitan, ofreciendo un estímulo visual relajante.
Por qué funcionan: Al centrarse en el movimiento de la purpurina, el sistema nervioso se regula y la emoción baja.
Adaptaciones: Si el niño tiene alta sensibilidad sensorial, puedes ajustar colores, sonidos o texturas para evitar la sobreestimulación.
Descarga aquí una plantilla para hacer tu propio frasco de la calma
Estas herramientas no hacen magia… pero casi. Con práctica y constancia, se convierten en aliados diarios para ayudar a los niños a entenderse mejor y transitar sus emociones de forma segura.
Técnicas de respiración y mindfulness
Desde los 2 o 3 años, los niños pueden aprender recursos sencillos que les ayudan a regular sus emociones y frenar impulsos de rabia o descontrol. Con paciencia y acompañamiento, estas técnicas fomentan la calma y la conexión con su cuerpo.
Aquí te comparto las más efectivas y adaptables:
Respirar como si inflaran un globo
Una técnica visual y fácil para ralentizar la respiración. Puedes usar un globo real para que el niño vea cómo se infla y desinfla, lo que motiva la práctica y facilita la comprensión.
Soplar burbujas lentamente
Esta actividad es lúdica y ayuda a controlar la respiración y la ansiedad. Para niños con dificultades motoras, puedes usar burbujas grandes o pajillas más anchas para facilitar el soplado.
Poner una piedra en la barriga
Con el niño tumbado, coloca una piedra pequeña sobre su abdomen para que observe cómo sube y baja al respirar. Esto les conecta con su cuerpo y les ayuda a focalizar la atención.
Para niños con autismo, combinar esta práctica con música relajante o instrucciones visuales puede potenciar su efectividad.
📱 Apps y vídeos recomendados
- Breathe, Think, Do with Sesame (gratis, en español): app interactiva que enseña respiración y resolución de problemas.
- Cosmic Kids Yoga (YouTube): vídeos con meditaciones y yoga adaptados para niños, que incluyen mindfulness de forma divertida.
Estas técnicas no solo ayudan a controlar la frustración en el momento, sino que también contribuyen al desarrollo de la autorregulación emocional desde edades muy tempranas.to, permiten que los niños aprendan a calmarse cuando se sienten abrumados.
Recursos para trabajar la frustración en niños, digitales y apps
Aunque es fundamental limitar el tiempo de pantalla, algunas aplicaciones y vídeos pueden ser grandes aliados si se usan siempre con acompañamiento adulto y como complemento a las estrategias prácticas.
Estas son tres de las herramientas digitales más efectivas y recomendadas:
Breathe, Think, Do with Sesame
Una app pensada para niños pequeños que enseña a respirar, pensar soluciones y actuar con calma. Su interfaz visual y amigable, con personajes simpáticos, facilita la comprensión y la práctica de habilidades emocionales básicas.
Smile and Learn
Esta aplicación ofrece cuentos animados que abordan distintas emociones, con finales reflexivos que invitan a pensar y a expresar lo que sienten. Ideal para usar en momentos tranquilos o como apoyo para introducir la conversación sobre frustración y manejo emocional.
Cosmic Kids Yoga (YouTube)
Canal con vídeos de yoga y mindfulness diseñados para niños, que conectan cuerpo y mente mediante movimientos divertidos y fáciles de seguir. Son una herramienta excelente para fomentar la relajación, la concentración y el autocontrol.
Usar estas tecnologías con un adulto que guíe y acompañe permite sacarles el máximo provecho, reforzando lo aprendido y asegurando un uso equilibrado y saludable de las pantallas.
Actividades prácticas para mejorar la gestión de la frustración en casa durante una semana
Trabajar la gestión de la frustración con los niños es clave para que aprendan a manejar sus emociones de forma saludable. A continuación, te proponemos una serie de actividades prácticas, fáciles de realizar en casa, que ayudarán a tu pequeño a reconocer, expresar y regular la frustración de manera progresiva y divertida.
Comienza con tarjetas de “planes alternativos”, que enseñan que aunque algo no salga como esperaban, siempre hay otras opciones posibles. También puedes usar la botella de la calma, un recurso sensorial muy efectivo para ayudarles a bajar el ritmo emocional cuando se sienten abrumados. Los títeres o marionetas son perfectos para representar conflictos y facilitar la expresión emocional a través del juego simbólico.
Una actividad ideal para iniciar es usar recursos visuales para identificar emociones. Elige imágenes o dibujos con distintas expresiones faciales y pide al niño que señale o pegue en una tabla la que refleje cómo se siente ese día o en alguna situación reciente que le frustró. Aprovecha para conversar con él sobre por qué eligió esa cara y qué le hizo sentir así, introduciendo palabras que describan sus emociones, como frustración, enfado, tristeza o calma.
El juego simbólico o role-play es otra herramienta valiosa. Recrea con muñecos o disfraces situaciones comunes que suelen frustrarle, como perder un juego, esperar turno o equivocarse. Invítale a expresar cómo se siente y qué podría hacer para manejarlo. Juega con él buscando juntos alternativas prácticas, como pedir ayuda, respirar profundo o probar otra estrategia, repitiendo la escena y cambiando el final para que comprenda que siempre existen soluciones.
Para enseñar técnicas de regulación emocional, practiquen juntos ejercicios sencillos de respiración, como imaginar que inflan un globo, soplar burbujas o respirar lento y profundo. Puedes usar recursos físicos como frascos sensoriales o pelotas antiestrés que ayuden a focalizar su atención y reducir la tensión. Explícale qué sucede en su cuerpo durante estos momentos y por qué estas técnicas le ayudarán a sentirse mejor.
La creatividad también es un canal excelente para expresar emociones. Propón que dibuje o pinte cómo se siente cuando está frustrado o que utilice plastilina, collage o manualidades para crear una “escultura de la frustración” que luego pueda transformar en algo feliz o calmado. Compartir y conversar sobre sus creaciones fortalece el vínculo y la comprensión emocional.
Fomenta la reflexión y el diálogo leyendo cuentos o libros que aborden la frustración y las emociones. Hablad juntos sobre lo que sintió el personaje, cómo lo gestionó y cómo él mismo ha vivido situaciones similares. Pregúntale qué hizo o podría hacer diferente para manejar mejor esos momentos difíciles.
Para fortalecer la paciencia y la tolerancia a la espera, incorpora juegos que requieran turnos, como juegos de mesa o pasar la pelota. Utiliza temporizadores visuales, como relojes de arena o digitales, para que pueda ver cuánto falta para su turno. Elogia sus esfuerzos y valida sus emociones con frases como “sé que esperar es difícil, pero lo estás haciendo muy bien”.
Finalmente, incluye actividades físicas combinadas con mindfulness, como yoga para niños o estiramientos conscientes. Realicen ejercicios de atención plena, como caminar despacio, escuchar sonidos con atención o sentir el contacto de los pies en el suelo, acompañados de respiraciones profundas para calmar y enfocar la mente.
Dedica entre 10 y 20 minutos diarios para estas actividades, ajustando la duración según la edad y el momento del día. Puedes organizar la semana rotando las actividades, por ejemplo, un día para recursos visuales, otro para role-play, y así sucesivamente. Recuerda que lo más importante es la presencia paciente y empática de un adulto que acompañe, valide y refuerce el aprendizaje emocional durante cada actividad.
🌱 Etapas clave: cómo aparece la frustración según la edad
La frustración se manifiesta de formas muy diferentes según la etapa del desarrollo en la que se encuentre el niño. Entender estas diferencias nos ayuda a elegir mejor las estrategias y recursos para acompañarlos.
👶 De 1 a 3 años
En esta etapa, la frustración surge principalmente porque los niños todavía no pueden comunicar bien lo que desean o necesitan, y además, se les establecen límites por seguridad. Esto puede generar reacciones intensas como gritos, tirar objetos, tirarse al suelo o decir “no” repetidamente.
Recursos recomendados: juegos sencillos de encajar piezas o encestar, que sean accesibles pero supongan un pequeño reto para fomentar la perseverancia y la tolerancia a la frustración.
👧 De 3 a 6 años
Aquí los niños ya comprenden mejor el mundo que los rodea, pero aún les cuesta aceptar todas las normas, y la frustración aparece cuando pierden, se equivocan o no logran lo que desean. Se expresan con enfados, pataletas o llantos, y empiezan a tomar conciencia de sus emociones.
Recursos recomendados: cuentos emocionales que les ayuden a identificar y normalizar sus sentimientos, juegos cooperativos para fomentar la empatía y la tolerancia, y actividades para practicar turnos y refuerzo positivo.👶 De 1 a 3 años
La frustración aparece mucho cuando no logran comunicar lo que quieren o se les limita por seguridad.
Señales: Gritos, tirar cosas, tirarse al suelo, decir “no” constantemente.
Recurso ideal: Juegos de encajar y encestes sencillos, que sean posibles pero un poco retadores para aprender a perseverar.
👧 De 3 a 6 años
Entienden más del mundo pero no aceptan todas las normas. Se frustran por perder, equivocarse o no conseguir lo que quieren.
Recurso ideal: Cuentos emocionales y juegos cooperativos para fomentar tolerancia y empatía.
Adaptación según la edad y las necesidades del niño
Cada niño es único, por lo que estas etapas y estrategias pueden variar. Por ejemplo, niños con síndrome de Down o trastornos del espectro autista pueden experimentar la frustración con mayor intensidad o de forma diferente, y requerir apoyos visuales, rutinas claras, acompañamiento muy paciente y otros recursos diferentes y adicionales.
Edad | Características de la frustración | Estrategias recomendadas |
---|---|---|
1-3 años | Frustración muy frecuente por limitaciones de lenguaje y control. Rabietas comunes. | Opciones simples, anticipar cambios, juegos para intentar y persistir. |
3-6 años | Entienden reglas pero no les gusta perder. Más capacidad para expresar emociones. | Cuentos emocionales, juegos en grupo, reforzar logros, enseñar turnos. |
🧠 Recursos específicos para necesidades especiales
La frustración puede manifestarse de manera particular en niños con necesidades especiales, por lo que es fundamental adaptar las estrategias para acompañarlos de forma eficaz y sensible.
✳️ Niños con síndrome de Down
Aunque tienen un desarrollo emocional rico y afectivo, estos niños suelen experimentar frustración con frecuencia debido a dificultades para expresar lo que sienten o a expectativas poco ajustadas. Por ello, requieren apoyos visuales claros y una repetición constante que facilite la comprensión.
Consejos prácticos:
- Utiliza pictogramas o tarjetas con caritas para identificar emociones.
- Anticipa cambios en las rutinas para reducir la incertidumbre.
- Evita proponer retos demasiado difíciles que puedan generar bloqueo.
- Celebra y refuerza los pequeños logros para aumentar la motivación y la autoestima.
🧩 Niños con autismo (TEA)
En niños con Trastorno del Espectro Autista, la frustración suele estar relacionada con la sobrecarga sensorial, cambios inesperados en la rutina o dificultades comunicativas. Por ello, es esencial crear ambientes controlados y predecibles que minimicen estas causas.
Recursos clave:
- Auriculares de cancelación de ruido para reducir estímulos sensoriales molestos.
- Agendas visuales que anticipen las actividades del día y los cambios, ayudando a preparar emocionalmente al niño.
Consejos prácticos:
- Usa pictogramas y lenguaje visual para facilitar la comunicación.
- Ajusta la intensidad sensorial de materiales y actividades, evitando estímulos excesivos.
- Incorpora refuerzos visuales como relojes de arena o temporizadores para mejorar la atención.
- Integra juegos y cuentos que permitan practicar situaciones frustrantes en un entorno controlado y seguro.
Adaptar los recursos y la forma de acompañar la frustración según las características individuales de cada niño es clave para que el aprendizaje emocional sea efectivo y respetuoso.
💬 ¿Qué pasa si mi hijo se frustra por TODO?
Es común que los niños pequeños se frustren con frecuencia, pero si notas que tu hijo se frustra por casi cualquier cosa, o que sus reacciones son muy intensas y prolongadas, puede ser una señal de que está experimentando inseguridad, baja tolerancia a la frustración o dificultades para entender las normas y expectativas.
Cuando la frustración es constante, es importante no tomarlo como un simple “mal comportamiento”, sino como una oportunidad para ayudarle a desarrollar habilidades emocionales clave. Los niños que se frustran mucho suelen necesitar que se les enseñe con más calma y repetición cómo manejar esas emociones difíciles.
La clave está en repetir la enseñanza con paciencia, sin presionarle ni juzgar sus sentimientos. Acompañar y validar lo que siente —por ejemplo, diciéndole “entiendo que te sientas enfadado porque no salió como querías”— le ayuda a sentirse comprendido y seguro para expresarse. Esto fortalece su confianza emocional y disminuye la intensidad de sus reacciones.
También es fundamental mostrarle que equivocarse es parte normal del aprendizaje y que todos cometemos errores. Puedes compartir ejemplos de momentos en que tú mismo te has frustrado y cómo aprendiste a manejarlo. De esta forma, poco a poco, el niño irá entendiendo que la frustración no es algo negativo, sino una emoción que podemos aprender a regular para seguir creciendo.
Si la frustración excesiva persiste y afecta su bienestar o el entorno familiar, puede ser útil consultar con un especialista para descartar otras causas y recibir orientación personalizada.
Preguntas frecuentes sobre la frustración infantil
¿Es normal que los niños se frustren mucho a ciertas edades?
Sí, es completamente normal. Por ejemplo, entre los 2 y 4 años, la frustración puede ser más intensa porque están aprendiendo a manejar la comunicación, la independencia y las reglas sociales. Esta etapa, llamada “terrible two” (los terribles dos), es clave para empezar a enseñarles herramientas emocionales.
2. ¿Cómo sé si la frustración de mi hijo es “excesiva” o puede necesitar ayuda profesional?
Si la frustración se manifiesta con berrinches diarios que duran más de 30 minutos, agresividad excesiva, aislamiento o si afecta su vida social o escolar, puede ser buena idea consultar con un psicólogo infantil o especialista. A veces, la frustración excesiva está relacionada con problemas de ansiedad o dificultades de aprendizaje.
3. ¿La frustración es igual en niños con necesidades especiales?
No exactamente. Por ejemplo, niños con síndrome de Down, autismo u otras condiciones pueden experimentar la frustración de manera diferente, a veces por dificultades en la comunicación o en la regulación sensorial. Por eso, los recursos deben adaptarse a sus particularidades.
4. ¿Puedo usar castigos para manejar la frustración?
No es recomendable. Los castigos pueden aumentar la frustración y la ansiedad del niño, haciendo que se sienta incomprendido o inseguro. Es mejor usar la validación emocional y enseñar estrategias para expresarse y calmarse.
¿Qué papel juegan los adultos en la gestión de la frustración infantil?
Los adultos son modelos emocionales cruciales. Mostrar calma, hablar de tus propias frustraciones y cómo las manejas enseña a los niños que las emociones negativas se pueden superar. Además, el acompañamiento empático hace que el niño se sienta seguro para explorar y aprender.
¿A qué edad puedo empezar a trabajar la frustración con técnicas como la respiración o mindfulness?
Aunque cada niño es distinto, muchos bebés pueden aprender a regularse desde los 2 o 3 años con técnicas muy sencillas y visuales, como soplar burbujas o imitar el inflar de un globo. La clave está en hacerlo con paciencia y de forma lúdica.
¿Es bueno dejar que el niño “se desahogue” cuando está frustrado?
Sí, pero con límites. Es importante que el niño pueda expresar su frustración (llorar, gritar un poco), pero dentro de un espacio seguro y sin hacer daño. Luego, se puede guiar la calma y buscar soluciones juntos.
¿Qué hago si mi hijo se frustra porque no consigue algo que quiere y empieza a pegar o gritar?
Lo primero es mantener la calma y validar su emoción: “Veo que estás muy enfadado porque no puedes tener eso ahora.” Luego, ofrecer alternativas o distracciones y enseñar técnicas para calmarse, como respirar profundo o contar hasta diez.
¿Existen diferencias en la frustración entre niños y niñas?
Las emociones básicas como la frustración son iguales, pero la socialización puede hacer que niños y niñas expresen su frustración de formas diferentes (por ejemplo, niñas pueden mostrar más tristeza y niños más rabia). Es importante no reforzar estereotipos y enseñar a todos a expresar emociones libremente.
¿Qué puedo hacer si la frustración está relacionada con el entorno escolar?
Hablar con el profesorado para entender qué situaciones la desencadenan es fundamental. En muchos casos, adaptar tareas, favorecer la comunicación y reforzar en casa las herramientas emocionales puede marcar una gran diferencia.
No se trata de evitar que los niños sientan frustración, sino de brindarles las herramientas y el acompañamiento necesarios para transitar esa emoción con seguridad y sin miedo. Cuanto antes aprendan a reconocer, aceptar y manejar sus sentimientos, más preparados estarán para enfrentar los desafíos de la vida.
Los cuentos, juegos, técnicas de calma y recursos visuales son aliados poderosos en el desarrollo de una infancia emocionalmente saludable. Cada niño es único, por lo que es fundamental adaptar estos recursos a sus necesidades, edad y particularidades, incluyendo a aquellos con necesidades especiales.
Este contratiempo, como tantos, es parte inevitable del crecimiento. Pero con empatía, paciencia, estrategias adecuadas que incluyan los recursos para trabajar la frustración en niños que hemos visto, puede convertirse en una valiosa oportunidad de aprendizaje y resiliencia.
Por supuesto, te animo a que continúes con la lectura sobre cómo ayudar a tu hijo a tolerar la frustración. Además de ver estos recursos, también te ofrezco otro muchos consejos para que el peque crezca sano emocionalmente.