¿Quieres saber cómo son y cómo se desarrollan los sentidos en los bebés? Descubre qué, cómo y cuánto sienten.
Los sentidos en los bebés
La recepción y el procesamiento de las sensaciones se lleva a cabo a través de los distintos sistemas sensoriales.
El tacto
El tacto es el sentido que proporciona información de las cualidades palpables de los objetos.
Su órgano receptor es la piel, que puede ser con vello o glabra. Esta se compone de dos tejidos subcutáneos, la dermis y la epidermis, y tiene varios corpúsculos, cada uno con una función (están especializados y con respuesta un tipo de estímulo determinado).
- Corpúsculos de Paccini (presión: consistencia y peso).
- Corpúsculos de Meissner (sensaciones de contacto: forma y tamaño).
- Corpúsculos de Ruffini (calor).
- Corpúsculos de Frause (frío).
- Terminaciones nerviosas libres (dolor).
Todas las impresiones recibidas se transmiten a la corteza cerebral, concretamente en la circunvolución postcentral, mediante los nervios sensitivos.
El desarrollo del tacto
Este es el primero en comenzar a dominar en los sentidos en los bebés.
El bebé tiene una sensibilidad táctil muy precoz. Se ejerce la percepción táctil primero con la boca y después con las manos y las plantas de los pies. Posteriormente se va especializando y a los 6 o 7 meses el bebé tiene el tacto muy desarrollado en zonas como los genitales, las yemas o las mejillas.
El principal trastorno que se puede sufrir en el tacto es la insensibilidad, la cual puede aparecer en cualquiera de las sensaciones táctiles y cutáneas si se tienen deficiencias en receptores sensoriales específicos.

El sentido cinestésico: un sentido especial
Se trata del sentido con el que se perciben el tono muscular, el movimiento del cuerpo y la disposición de sus miembros, el peso, la relación entre las partes y su posición en el espacio (propiocepción).
Parte de ello se recoge también a través de la vista y las impresiones táctiles pero es el sistema cinestésico el encargado de cumplir estas funciones:
- Aparato vestibular. Proporciona datos sensoriales sobre la posición del cuerpo en el espacio y provoca sensaciones relacionadas con el equilibrio. Se encuentra en la parte laberíntica del oído interno y está formado por los sacos vestibulares, los canales semicirculares y el nervio vestibular. El transmisor es el nervio vestibular y la sensación llega a la circunvolución temporal superior.
- Receptores sensoriales de músculos y tendones. Suministran, desde las terminaciones nerviosas de estos tejidos, información sobre el tono muscular, la posición de los miembros y la relación entre las diferentes partes del cuerpo. Esta llega al área cerebral somestésica.
El desarrollo del sistema cinestésico
Seguramente no lo sabías o no lo considerabas como uno los sentidos en los bebés. Un recién nacido puede percibir el movimiento, siendo este un sentido muy incipiente pero poco desarrollado al inicio. Su desarrollo es acorde al psicomotor, siendo necesario para posibilitarlo, de hecho.
Los trastornos que encontramos en relación directa a este sentido son el desconocimiento de la situación o posición, la pérdida de equilibrio o la descoordinación. Estos se pueden dar por malformación congénita o traumatismo o infección en cualquier momento.
El gusto
El gusto es un sentido muy químico que recoge las cualidades dulce, salado, amargo, ácido y umami de las cosas a través del aparato gustativo.
Este se encuentra en la cavidad bucal y se compone los receptores gustativos o botones del gusto, situados en la faringe, la laringe y la lengua. Los botones de la lengua están en las papilas linguales, que son unas protuberancias visibles por el ojo y que sentimos con el tacto al pasar la lengua por algunas zonas de nuestro cuerpo, por ejemplo, por el paladar.
De las papilas partes las fibras nerviosas que forman el nervio gustativo, que es el transmisor de los estímulos. Estos llegan a la circunvolución postcentral y al lóbulo parietal.

El desarrollo del gusto
El recién nacido nace con el gusto bastante desarrollado, identificándolos sabores y sintiendo predilección por el dulce (esencial para aceptar el amamantamiento).
Su evolución y funcionamiento están ligados al sentido del olfato aunque se puede carecer sólo de uno de ellos y que el otro funcione perfectamente.
La hipoageusia (incapacidad para degustar), la ageusia (ausencia del gusto) y la parageusia (mal gusto) son los trastornos de audición más frecuentes. Todas ellas se dan por alteraciones en los receptores.
Sentidos en los bebés: El olfato
El olfato es el sentido que percibe las cualidades y los cambios cuantitativos de los olores.
El aparato olfativo se localiza en la parte superior de las fosas nasales (orificio que conduce las sustancias olfativas al bulbo olfativo). Las células receptoras están en la mucosa olfativa (pituitaria amarilla).
A través de los nervios olfatorios llegan los olores al bulbo, encargado de enviar, en forma de estímulo nervioso, la información hasta las áreas olfatoria media y lateral del cerebro.
El desarrollo del olfato
El olfato no está muy desarrollado en el nacimiento, si bien, es cierto que el neonato percibe si un olor le es o no agradable. Este tiene tendencia por los olores conocidos, siendo este un motivo por el cual prefiere a su madre.
La evolución del olfato va ligada al desarrollo del gusto. El desarrollo máximo se da a los tres años, de manera que si el niño no nota olores a esta edad ya no lo hará, siendo fácil de detectar si existe algún trastorno. El más importante es la insensibilidad, dada por deficiencias del receptor sensorial.

Sentidos en la infancia: El oído
Este sistema sensorial se encarga de recoger las vibraciones sonoras del medio y las transforma en impulsos eléctricos interpretados en la zona correspondiente de la corteza cerebral (en el lóbulo temporal).
Es la sede de los aparatos auditivo y vestibular y se divide en:
- Oído externo. Incluye el pabellón externo, con el que se recogen las ondas, el conducto auditivo y la membrana del tímpano.
- Oído medio. Cuenta con la caja timpánica (con los huesos martillo, yunque y estribo), la trompa de Eustaquio y las ventanas oval y redonda.
- Oído interno. Constituido por la cóclea, el órgano de Corti, donde están los receptores, y el nervio coclear.
El desarrollo del oído
Los bebés nacen con sordera parcial, la cual, eso sí, desaparece rápidamente. Pueden diferenciar intensidad, timbre y tono así como localizar sonidos y oír murmullos. Eso sí, no puede reaccionar a ellos hasta pasado un pelín de tiempo.
A las 12 horas de vida ya distingue la voz humana de otros sonidos. El segundo día reacciona a sonidos que estén muy cerca. A la semana reconoce la voz de los padres. De hecho, antes de salir del hospital se le realiza una prueba de audición. Eso sí, en ocasiones el bebé no escucha o no del todo debido a que tiene el oído lleno de líquido así que no te asustes si llegado el momento el resultado de la prueba no es el esperado. A los días vuelve a revisión y se le repite.
Será durante el tercer o cuarto mes que pueda concentrarse en un sonido coincidiendo con el alcance de un grado óptimo de maduración del sistema auditivo.
Existen alteraciones tanto de percepción como de transmisión, siendo las más convencionales la sordera en distintos grados y la hipoacusia.
Los los sentidos en los bebés: La vista
Se trata de la captación de luz mediante el sistema visual de cual el ojo es el órgano esencial. Este se aloja en la órbita, donde se encuentran el globo ocular, el aparato lacrimal y el párpado.
El globo está formado por tres capas:
- Externa. Incluye la esclerótica y la córnea.
- Media o úvea. Cuenta con un cuerpo ciliar, el iris y la coroides.
- Interna. Encontramos la fóvea, que regula la agudeza visual, los bastoncillos, sensibles a la claridad, los conos, receptores del color, y el disco del nervio óptico.
Por otro lado, el globo cuenta con tres cámaras. La anterior y la posterior contienen humor acuoso, encargado del mantenimiento de la presión intraocular, y la central contiene humor vítreo.
El cristalino es una lente biconvexa con varias capas transparentes que cumple un papel muy importante a la hora de acomodar el ojo para que pueda adaptarse a diferentes condiciones de luz sin malograrse.
Las imágenes se perciben porque reflejan una determinada cantidad de luz, que penetra por la córneas y a través de la pupila, pasa al cristalino, que la manda a la retina para que la imagen quede impresa en ella y sea transmitida a través del nervio óptico, al lóbulo occipital.
De los los sentidos en los bebés, este es el menos desarrollado al nacer.
El desarrollo de la vista
Es el más mermado al nacer de entre los sentidos en los bebés es la vista, siendo especialmente pobre la agudeza visual. Sí se distingue lo claro de lo oscuro. Eso sí, la evolución es bastante rápida.
Al mes de vida o incluso antes el bebé fija la mirada en objetos grandes y persigue los objetos en movimiento 90º.
El tercer mes el peque se mira las manos y se concentra en objetos cercanos.
Al sexto mes se da la coordinación óculo-manual y se adquiere la percepción de profundidad.
El octavo mes es clave en la exploración, pues el bebé pasa a realizarla con los ojos en primer lugar, el cual pierden las manos y la boca.
Al año la agudeza visual ya es similar a la de los adultos.
Existen cantidad de trastornos relacionados con este sistema sensorial.
Atendiendo a la refracción tenemos la miopía, la hipermetropía y el astigmatismo (ver mal de lejos, de cerca y con distorsión respectivamente).
Afectado por la movilidad aparece el estrabismo, que es la pérdida de paralelismo de los globos, pudiendo ser unilateral o bilateral, convergente o divergente y vertical.
Un fallo en la recepción de la luz provocará daltonismo, que es una alteración de la percepción de los colores.
Otros trastornos que se ven en la infancia son ceguera y ambliopía.
Los los sentidos en los bebés, aunque presentes, se desarrollan de manera muy dispar. En el nacimiento destaca el tacto y, poco a poco, el resto se va poniendo a la par.