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👉 Fuente: The Washington Post
Una investigación internacional señala que el diagnóstico de “autismo” puede abarcar al menos cuatro condiciones biológicas y clínicas diferentes, un avance que abre la puerta a apoyos más personalizados para niñas y niños con necesidades diversas.
Un nuevo mapa para entender el autismo
Tradicionalmente, el Trastorno del Espectro Autista (TEA) se ha considerado como una sola condición con grados variados de síntomas y manifestaciones. Sin embargo, un estudio publicado recientemente por investigadores de Princeton University y la Simons Foundation propone que el autismo no es una sola entidad monolítica, sino un conjunto de al menos cuatro subtipos biológicos y clínicos distintos.
Este enfoque surge del análisis de datos de más de 5 000 niñas y niños con diagnóstico de TEA, combinando perfiles de comportamiento, trayectorias de desarrollo y firmas genéticas para agrupar a los participantes según patrones que van más allá de los síntomas observables.
Cuatro perfiles con significado clínico y educativo
Los investigadores describen cuatro subtipos principales de autismo, cada uno con características propias que pueden tener implicaciones en educación, desarrollo y apoyo familiar:
- Desafíos sociales y conductuales: este grupo, el más numeroso (alrededor del 37 %), presenta dificultades en interacción social y comportamientos repetitivos, pero a menudo alcanza hitos de desarrollo como caminar y hablar en plazos comparables a los de niñas y niños sin TEA. Estas personas también muestran con frecuencia condiciones asociadas como TDAH, ansiedad y depresión.
- Autismo mixto con retraso del desarrollo: representa aproximadamente el 19 % y se caracteriza por retrasos en hitos básicos del desarrollo (lenguaje, movilidad), aunque no se observan con tanta frecuencia trastornos psiquiátricos co-ocurrentes.
- Desafíos moderados: aproximadamente el 34 % encaja en esta categoría, con características de autismo menos intensas y un desarrollo general que tiende a ser más cercano al de la población general.
- Amplia afectación: alrededor del 10 % enfrenta retos significativos y múltiples, incluyendo dificultades de comunicación, retrasos marcados y condiciones asociadas como ansiedad o trastornos del estado de ánimo.
Identificar estos subtipos no solo clarifica por qué algunos niños requieren apoyos distintos a otros, sino que también señala diferencias biológicas específicas, incluidas variaciones genéticas y procesos neuronales implicados en su desarrollo.
¿Por qué importa esto para la infancia y la educación?
Para familias y profesionales, este avance tiene varios impactos potenciales:
- Diagnóstico más temprano y claro: si los subtipos biológicos se pueden reconocer antes o con mayor precisión, se pueden adaptar las decisiones educativas desde edades tempranas.
- Atención educativa personalizada: entender la forma específica en que una niña o un niño procesa la información y se relaciona con otros puede guiar estrategias de enseñanza más eficaces y respetuosas.
- Intervenciones terapéuticas adaptadas: en lugar de un “modelo único” de intervención, se abre la puerta a programas y apoyos ajustados a las necesidades de cada grupo.
Psicólogos del desarrollo y neurólogos señalan que esta clasificación no reduce la riqueza de los niños ni simplifica su humanidad; al contrario, ofrece un marco más rico para comprender cómo apoyar su aprendizaje, comunicación y bienestar emocional en contextos familiares y escolares.
Consideraciones para familias y educadores
Este tipo de investigación también subraya varios puntos prácticos:
- El diagnóstico no determina el potencial, pero sí puede orientar la forma de acompañar los procesos de aprendizaje y socialización.
- La colaboración entre profesionales de la salud, la educación y la familia es clave para interpretar cualquier hallazgo clínico en el contexto del desarrollo diario del niño o niña.
- Las diferencias individuales importan: dos niños con el mismo diagnóstico general pueden tener necesidades muy distintas en el aula o en casa.
Este avance científico impulsa la idea de que la neurodiversidad es compleja y variada, y que los apoyos deben reflejar esa diversidad para fomentar el bienestar y el desarrollo integral de la infancia.
