👉 Fuente: Frontiers in Psychology
En plena era de la Inteligencia Artificial, países nórdicos y varias comunidades autónomas en España están reintroduciendo con fuerza la caligrafía y la escritura cursiva en el currículo de primaria. La razón no es nostálgica, sino neurobiológica: un nuevo estudio publicado en Frontiers in Psychology demuestra que la conectividad neuronal necesaria para aprender a leer y retener información se activa de forma mucho más potente al trazar letras a mano que al pulsar teclas.
Durante la última década, la digitalización de las aulas priorizó el uso de tabletas y teclados, asumiendo que era la «preparación para el futuro». Sin embargo, los neurocientíficos han levantado la mano para advertir que nos estamos saltando un paso evolutivo crucial para el cerebro infantil.
El trazo construye la memoria
Al escribir a mano, el niño debe coordinar una compleja actividad motora fina con el procesamiento visual y cognitivo. Este esfuerzo motor genera una huella de memoria mucho más profunda. Los escáneres cerebrales muestran que:
- Activación sensoriomotora: Al trazar una letra, el cerebro «siente» la forma, lo que ayuda a reconocerla después visualmente al leer.
- Teclado vs. Lápiz: Al escribir en un teclado, el movimiento es idéntico para todas las letras (pulsar un botón). Al escribir a mano, cada letra tiene un movimiento único, lo que refuerza la codificación del lenguaje.
Cambio de rumbo en las políticas educativas
El informe señala que los niños que aprenden a escribir a mano primero leen mejor, tienen mejor ortografía y mayor capacidad de síntesis. Por ello, la recomendación actual es clara:
- Retrasar la introducción del teclado: Hasta que la lectoescritura manual esté consolidada (hacia los 9-10 años).
- Fomentar la cursiva: La escritura ligada favorece la fluidez del pensamiento y evita la inversión de letras (típica en dislexia) mejor que la letra de imprenta suelta.
