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👉 Fuente: Agencia SINC / Nature Human Behaviour
Un nuevo estudio valida el uso de ‘eye-tracking’ (seguimiento ocular) combinado con Inteligencia Artificial para identificar marcadores de dislexia en niños de 3 y 4 años. Esta herramienta promete acabar con el modelo de «esperar al fracaso» escolar para intervenir.
Tradicionalmente, la dislexia no se diagnostica hasta que el niño lleva un par de años lidiando con la lectoescritura (hacia los 7 u 8 años), momento en el que ya puede haber sufrido frustración y retraso académico.
Sin embargo, la ciencia ha descubierto que los micro-movimientos oculares revelan dificultades de procesamiento mucho antes.
Cómo miran los ojos antes de leer
Investigadores han desarrollado un sistema no invasivo donde el niño simplemente mira una pantalla con estímulos visuales. La tecnología rastrea la fijación, la sacada (movimiento rápido entre puntos) y la regresión ocular.
El estudio, publicado en Nature, demuestra que los niños con riesgo de dislexia presentan un patrón ocular distinto al procesar información visual, incluso si no son letras. La IA analiza estos patrones con una precisión del 90%, permitiendo a los especialistas iniciar terapias de fonología y atención años antes de que el niño coja un libro.
Intervención preventiva, no paliativa
La gran revolución de este hallazgo es el cambio de paradigma. En lugar de esperar a que el niño suspenda o sufra ansiedad por la lectura, se puede implementar un entrenamiento preventivo.
Fortalecer las rutas neuronales y las habilidades fonológicas a los 4 años es mucho más efectivo (gracias a la plasticidad cerebral) que intentar corregir déficits a los 9 años.
