¿Has escuchado que tu bebé tendrá que tomar gotas de vitamina D?¿Te gustaría saber por qué si se supone que la leche materna le da todo lo que necesita? Vamos a ver en qué consiste este micronutriente, por qué debes dárselo como suplemento al peque y cómo hacerlo.
¿Qué es la vitamina D?¿Qué nos aporta?
La vitamina D es un micronutriente especial. Por sí misma, no aporta nada; lo que hace exactamente es facilitar la absorción de calcio y de una importante cantidad de hierro.
Con ello, principalmente consigue que nuestros huesos se mantengan en buen estado.
Pero aunque sea conocida por esto, la vitamina D tiene otras muchas funciones. También es excelente para combatir las infecciones y que, en general, nuestro sistema inmune goce de buena salud. Así mismo, disminuye el riesgo de sufrir enfermedades crónicas o que puedan virar a ello. Muy importante destacar que su falta deriva en deterioro cognitivo (aunque no está demostrado que tomar dosis adecuadas asegure una cognición óptima).
¿Por qué es tan importante la vitamina D para el bebé?
La vitamina D se produce en nuestro organismo cuando nos da el sol. Sin embargo, la falta de exposición solar que tienen los peques (o con la protección adecuada) impide que sus cuerpecitos produzcan tanta vitamina D como necesitan para un desarrollo que, además, es más demandante a esa edad, pues va a pasos agigantados. Esta producción deficiente obliga a que tengan que recibir la vitamina D desde una fuente externa.
Dicho resumidamente, los niños necesitan mucha vitamina D por el momento en que se encuentran y no pueden generarla porque no deben recibir rayos solares. Esto hace totalmente necesario que debamos dársela nosotros.

Carencia de vitamina D en bebés
¿Y a qué llega la carencia de vitamina D en los bebés? Aunque hay casos y casos, el punto más comprometido es el del raquitismo, que es un debilitamiento grave de los huesos, que puede incluir reblandecimiento y crecimiento anómalo, simétrico o asimétrico.
Y aunque alcanzar un problema que revista tal gravedad es difícil, no debemos olvidar que el esqueleto de los niños se está desarrollando a toda pastilla, cualquier déficit tiene un mayor impacto sobre ellos que sobre nosotros. Una muestra bastante clara de que no toman la suficiente es que sus piernas se muestran bastante arqueadas (es normal durante los dos primeros años de vida pero no de manera tal evidente y, lo más importante, tampoco se mantiene más adelante).
Además, no debemos olvidar los dientes. También son huesos y, aunque de leche, es importante que salgan con fuerza y que, aunque no los veamos. los definitivos se formen por completo, muy densos y fuertes.
Si nos vamos a bebés aún más pequeños, la vitamina D ayuda a que la fontanela no se quede hundida conforme crece el cráneo y, a su vez, a que vaya endureciéndose.
También es una vitamina esencial para la buena salud del sistema inmune, que, de nuevo, en el caso de los bebés, está aún muy inmaduro.
En general, una carencia de vitamina D en bebés hará que este sienta espasmos o dolor muscular (y de huesos ante esfuerzos y posturas, lo que dificultará el logro de los hitos asociados a su edad (sentarse, gatear…). Así mismo, es habitual que enfermen más de patologías simples como el resfriado porque su sistema inmune es más débil.
Lo mismo ocurre con el sistema nervioso. ¿Tu bebé da cabezazos cuando está sentado (en la sillita del coche, en la trona, etc)? Ya sabes a qué se debe. La falta de vitamina D hace que este funcione peor y que, en ocasiones, las conexiones neuronales no se den correctamente. Esto resulta fatal, además, para el desarrollo cerebral, condicionando, incluso, el comportamiento.
Así mismo, esta se asocia a la aparición de enfermedades a edad más avanzada, aunque la carencia se corrija. Algunas son infecciones víricas y respiratorias, diabetes, asma, alergias, hipertensión, cáncer de mama, próstata y colon y enfermedades autoinmunes.
Vitamina D: Suplementos
Una vez los nenes empiezan a tomar leche de vaca (se recomienda que sea a partir de los 12 meses) y coincidiendo con que también se expondrán más al sol, debemos dejar de facilitársela en suplementos.

Pero hasta llegado el momento tendrás que recurrir a la suplementación. El pediatra te lo va a recomendar y te recetará un fármaco en gotas para su administración diaria. De no ser el caso o preferir otra opción, marcas con alta presencia en alimentación infantil también tienen a la venta suplementos de vitamina D parar bebés. Yo te dejo una opción muy bien valorada pero, como digo, hay muchísimas otras.
Sea como sea, esta suplementación es necesaria hasta que el peque tenga otro aporte así que elige la opción que más te convenza ¡y a disfrutar de su crecimiento!
Eso sí, ten en cuenta que los hay en gotas, comprimidos y cápsulas. Yo aconsejo las primeras, pues son mucho más fáciles de dar. Además, en los otros formatos podemos encontrarnos con aditivos totalmente innecesarios.
¿Cuánta vitamina D necesita un bebé?
Desde que nace, el niño debe suplementarse con vitamina D, especialmente si optas por la lactancia materna. Una de sus pocas desventajas es que no producimos una cantidad ni remotamente cercana a la que el niño necesita). Y aunque la leche en polvo suele incluir más de este micronutriente, tampoco es suficiente, pues el nene debería tomar un litro de leche para conseguir la dosis diaria. Será el pediatra quien considerará, en función de cómo vayan los chequeos, ir variando la dosis.
Un bebé debe tomar entre 400 y 500 UI vitD/día desde que el pediatra lo aconseje, lo cual ocurre, generalmente, en la primera visita. Esto equivale a 2 o 3 gotas de producto.
Generalmente, el niño sigue tomando las gotitas hasta los 18-24 meses aunque, de nuevo, será su médico quien deba considerar, ajustar y paralizar el tratamiento.

Si tienes miedo por la posibilidad de que se dé una sobredosis, piensa que mientras sea lactante, tu peque sólo va a tomar la vitamina D que tú le proporciones, por lo que, siguiendo las pautas médicas, resulta totalmente imposible.
Ante olvidos, no dobles la dosis para compensar; sigue dando las 3 gotitas por día. Sin embargo, si hay demasiados olvidos, acércate al centro de salud para que el pediatra determine si aumentar temporalmente la dosis (chequeará al peque).
Eso sí, es importante no darle de más, ni en gotas ni cuando el peque ya empiece a tomar alimentos que la incluya, pues es cierto que un exceso continuado de vitamina D puede resultar perjudicial (daña los riñones, hace que sintamos náuseas…).
Por último, saber que al ser liposoluble, este micronutriente se absorberá mejor si se toma con alimentos grasos, por lo que mezclarlo en la leche será lo mejor.
Vitamina D: alimentos
Su extrañeza hace que la vitamina D no sea la más abundante en alimentos precisamente. Por ello, es importante conocer bien cuáles son las mejores fuentes y nutrirnos a diario con ellas.
Ni qué decir tiene que, en todos los casos, los alimentos deben introducirse en el calendario de alimentación del bebé a la edad adecuada, nunca antes, por muy ricos que sean en unos u otros nutrientes. Y, llegada la edad, será el pediatra quien determine, en función de la alimentación que siga el bebé, cuánta vitamina D en forma de suplemento seguirá tomando y cuándo debes dejar de dársela.
En general, el pescado graso será la fuente de mayor abundancia de vitamina D. Esto resulta positivo porque estos alimentos son muy adecuados en la dieta. Sin embargo, hasta pasados muchos meses, tu nene no podrá tomarlos.
El salmón, la caballa y la sardina serán tus mejores aliados. La yema de huevo, el requesón, los hongos y los lácteos también son destacados por su aporte de vitamina D. Por supuesto, existen muchas opciones fortificadas como lácteos y cereales, incluso zumos, pensados para que tomes tu dosis diaria en el desayuno.